Tras el post anterior sobre Honduras, hay quien me ha tachado de “antiamericana”. ¿?. Nada más lejos de la realidad. Es imposible ser antiamericano. Gran parte de nuestros valores de hoy son de importación estadounidense. Como la ambición, por ejemplo. Cuando yo era pequeña, un ambicioso era un ser repugnante e indeseable que daba repelús a 20 metros a la redonda. Hoy, la ambición se ha convertido en una virtud tal que, si en un trabajo descubren que no la tienes, te empiezan a mirar cual tía solterona de a vestir santos en 1955: con una mezcla de pena, condescendencia e hilaridad. Si no eres ambicioso, serás un don nadie ad infinitum.
Y eso viene a ser malo.
Pero volviendo a USA: no, yo no soy “antiamericana”. Un país que le ha dado al mundo el swing, el jazz y Las Chicas de Oro no puede ser, por definición, malo.
Ayer tuve ocasión de degustar un concierto de jazz que me encontré en plena Plazaspaña según bajaba para casa, de esos inscritos en los "Veranos de la Villa" para disfrute del popolo. Muy bien, llenazo absoluto, “-¿Cóoomo estaba la plaza? –Abarrotáaaaa!!!”.
Se arrancaron los de la Lancashire Student Jazz Orchestra por In the mood, y la aprovecharon para presentar un poquito en sociedad a las jóvenes promesas de la música de Lancashire, gracias a una serie de solos que el director permitió marcarse a los más avezados alumnos. Bien, bien, In the mood –y subsiguientes- bien. Hete aquí que, a mitad de concierto, cuando los ánimos de las gentes estaban ninasimonezados a todo gas, presenta el director el siguiente tema musical que van a interpretar: Keep the tailor satisfied*. Silencio en la plaza. Inquietud latente. “Ahora es cuando la Espe los corre a gorrazos”, pienso. Pero no. Nuestros funcionarios municipales no defraudan, ya que, como se espera de ellos, no deben de entender mucho inglés. Y la fiesta sigue como prometía: solos de trombón de un descendiente de Stevie Wonder, una señora entrada en edad que debía de estar sustituyendo a su hija, enferma de paperas, una reencarnación de las Bangles que tocaba el bajo y una cantante con una voz estupenda, que debía de ser la prima fea de Barbara Streisand, eso sí. Bien, estuvo muy bien. Sólo les digo que la última nota del concierto, cierre final, fue un toque de triángulo. Inigualable. Sublime.
Mucho más que las lágrimas de Gemma Mengual, diciendo que las juezas de los mundiales de Roma de natación sincronizada le habían regalado la medalla de oro a las putas rusas de los cojones (esto último no lo ha dicho así, iba implícito en la tercera lágrima).
Desconozco las vicisitudes de la natación sincronizada. A mí lo que ha hecho la Mengual me ha gustado mucho. Y a lo mejor se lo han dao a las rusas por rutina y costumbre. O por acojone. Ahora que Rusia está volviendo al estalinismo espiritual (o sea: dejarte en espíritu y ventilarse tu cuerpo), igual les da canguelo. Por muy sofisticado que sea el polonio, y por mucho encanto james bond que tenga el matón moscovita de turno, pa mí que las jueces prefieren seguir pisando tierra. Mejor que flotar en agua.
Por si acaso.
*"Ten contento al sastre"
El Transmongoliano
Hace 11 años
5 comentarios:
ufff casi se me cae una lagrimita con lo del toque de triángulo... al fin se aprecia este gran (en espíritu) instrumento!
Se está usted volviendo una cínica, Tremolina. Que lo sepa.
Ahá. ¿No es un poco conspiparanóico hablar bien de USA en tu blog por si luego te canean?. Amos, digo yo.
¿"Me estoy volviendo"? ¿Cuándo no lo he sido? >D
PD. Si lo dice usté por mi apreciación de los funcionarios municipales, observe el lector que no me he referido a los "nacionales"...
DEzaragoza: es cierto. Vivo obsesionada por la Escuela de las Américas.
Y por si en mi entorno hay alguien de la CIA.
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