El viernes pasado salí del trabajo con un ímpetu enérgico como hacía mucho que no me gastaba. Una vitalidad abrumadora, un ansia de comerme el mundo por una pata, un ánimo embriagador que me empujaba a llevar a cabo las más temerarias aventuras con la absoluta conciencia de ser capaz de concluirlas con éxito: yo soy un ganador nato. Salí del ascensor, crucé la puerta, me dio en sol en la cara. Saqué el teléfono del bolso. Llamé al que me acompaña.
-Hola, agárrate a la silla béibi por el plan que tengo que proponerte para esta tarde.
-Dime.
-Vamos al cine.
-Vale.
Y así fue como nuestros dos protagonistas se dieron cita en una bocacalle del centro de Madrid y se fueron andandito andandito a los multicines Golem, que desde que se hicieron cadena, ingresaron en el mundo empresarial de actualidá y dejaron de llamarse Alphaville, ese es el título nobiliario que ostentan.
Los multicines Golem no tienen pipas ni palomitas ni chicles ni cocacolas. Es lo que hace que no huela mal en ellos y, sobre todo, tiene la función principal de espantar a quinceañeras de Móstoles, ñetas de manada, abuelas de Serrano y hordas de estadounidenses de intercambio, éstos últimos, protagonistas de la peor experiencia cinematográfica acaecida en mi vida por acción y efecto de compartir sala de cine (nunca máis, nunca máis). En los cines Golem, a lo sumo, hay que padecer a algún gafapasta de vanguardia o a algún despistado del año 77 que no se ha desecho aún de su americana con coderas, siempre acompañado de su periódico bajo el brazo (El País); pero estos suelen ir solateras, así que no dan mucho la paliza durante la función. En fin: todo lo expresado anteriormente, junto al hecho notable y primordial de que se encuentren al lado de casa, convierte a los multicines Golem en uno de mis favoritos. Además, en ellos hablan en raro, y eso es muy divertido.
Así pues, yo soy mujer de costumbres y es difícil sacarme de mi sota-caballo-rey. Sólo un día recuerdo haberme desviado de la senda correcta, en que acudí a los cines Palacio de la Prensa una tarde. Todo lleno de señoras muy permanentadas en sus sesenta y algo. La película era Camino. Imagínense la penitencia.
Nos acercamos a la taquilla (“ahora creo que es sonoro”, le comenté al que me acompaña, tanto tiempo hacía que no asistíamos a una proyección). Dos para Brüno por favor. Acoquinamos el precio (ozú) y nos introdujimos en la sala 3.
La película, muy bien. Es de una polla que canta (ruego me disculpen mis lectores más reaccionarios y/o susceptibles). Me reí en ocasiones a carcajada limpia (lo cual no es en absoluto habitual en mi caso). Huelga decir que no se les ocurra ir a verla si son ustedes de los que aborrecieron Borat (si Borat sin embargo les gustó, no duden en armarse de un diazepan que les agrogue un poco frente a brutalidades múltiples y acudir a algún pase de Brüno, lo disfrutarán).
El caso es que, ante el subidón de adrenalina y la ruptura de la monotonía que supuso en esta mi pareja de dos lo de ir al cine, decidimos tirar la casa por la ventana y volver el domingo. Como un señor. Yo creo que el tipo de la taquilla nos guiñó un ojo y todo. No sé a quién de los dos.
En esta ocasión, vimos Up. Aquí no tengo reparo ninguno en decirles: ya están perdiendo el tiempo para ir a verla. Todos. Reaccionarios o no
(he intentado añadir trailer de Brüno, pero Youtube no me lo permite)
El Transmongoliano
Hace 11 años
4 comentarios:
Señora Tremolina,
Siempre que le comento a mi maravillosa pareja que debemos ir a ver UP me recuerda que antes "toca Ice Age 3 o Arrastrame al infierno", por lo que nosotros deberemos hacer frente a una sesión triple. Recojo su recomendación Pixar y la añado a mis argumentos pro-Up, a ver si consigo colarla después de Ice Age 3.
Envidio sus cines Golem: aquí los más parecido sería el Icaria Yelmo, pero con invasión americana en casi todas las sesiones que les atañan, aunque admito que el silencio impera en películas como Die Welle o Der Baader Meinhof Komplex, que es lo último que he ido a ver allí. Es lo bueno de la VO: no sólo se disfruta en todo su esplendor, luego se evita ruidos que más distraer, molestan. Eso sí, las butacas recuerdan más a los pupitres mi colegio, aix.
Cuídese,
Jafuda
P.D. Stings como palabra de verificación.
Amigo Jafuda:
Aquí Yelmos también hay, pero es precisamente ahí donde padecí la terrible experiencia "vaya usté al cine y tenga una panda de estadounidenses detrás". Terrible. Y sí, es lo que usté dice.
Sim embaergo, no se me ponga usté tan tristón, que de buena tinta sé que allí en su Barna tienen Renoires a punta pala.
Aunque tengan palomitas.
Alguien ha dicho costumbres???
Pues gracias por las recomendaciones. Se tendrán en cuenta.
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