Eran las 22:14 de la cena cuando mi padre nos espetó que se había dado la vuelta al mundo en huevos fritos.
Él es así. Calculó el diámetro aproximado de un huevo frito, consideró los dos huevos fritos por noche que había ingerido en el periodo comprendido entre los 11 y los 29 años, y halló una cifra semejante o incluso ligeramente superior al Ecuador en todo su ser. Acto seguido, decidió informarnos.
Mi familia tiene estas particularidades gastronómicas. Mi madre bajaba corriendo a todo correr desde el cole, echando carreras con el autobús de línea, con la intención de ahorrarse el dinero que mi abuela le garantizaba para el billete e invertirlo en un fugaz coquito. Fugacidad esta acrecentada por el hecho de que, a fin de que su progenitora no se percatara de ninguna de estas circunstancias, había que asegurarse muy mucho de que la llegada al hogar se diera en el preciso momento en que se hubiera dado caso de haber tomado el autobús. Así que el coquito solía ingerirse a toda carrera, escaleras arriba.
Con lo que el coquito, según entraba, salía, probablemente.
Mi familia, hoy por hoy, ha evolucionado, y mi madre ya no toma coquitos, ni mi padre ingiere huevos fritos de forma compulsiva. Ambos toman droga. Como todos los demás.
Las cenas en mi casa han empezado tradicionalmente en algún momento comprendido entre las 22:11 y las 23:01 y se han compuesto de primero, segundo, postre y pipas. Las pipas son el elemento central en torno al cual la famiglia repasa el día y toma decisiones, amén de informar a los demás sobre temas trascendentales (pues me voy a ir a Alemania, pues me he hecho un tatuaje, pues me he dado la vuelta al mundo en huevos fritos...). Una cena sin pipas no se concibe, como otros no conciben la ingesta sin pan (elemento perfectamente prescindible para nosotros, por contra).
Las pipas han de ser siempre crudas: sin sal y sin tostar y sin chorradas semejantes. De las de los loros. De las difíciles de encontrar (¡cuántas veces no habremos acabado en el veterinario más cercano, comprando una bolsita con un papagayo dibujado en la solapa, a falta de algo mejor!).
Admitiendo lo evidente de esta adicción, en mi familia, que somos gente sincera que va de frente, hace ya muchos años que a las pipas dejamos de llamarlas "pipas" y le llamamos" la droga". "Tráete la droga, tú que vas a la cocina" o "¿has comprado droga?" son expresiones perfectamente habituales en mi hogar paternomaterno. El clímax a este respecto lo experimentamos un día de hace ya muchos años cuando, estando ya en la caja de un Pryca para pagar y siendo mi hermana y yo pequeñas, mi madre saltó, todo lo que de sí daban sus pulmones: "¡¡Ahí va, Antonio!! ¡¡Se nos ha olvidado la droga!!" y, sin percatarse de la cara de estupefacción de la cajera -como la adicta que es-, dijo: "¡¡un momento!! y salió corriendo pasillo arriba.
Hoy cada hija vive en un sitio, mis progenitores van y vienen, pero cuando las circunstancias lo propician y nos reunimos en torno a una mesa, las pipas siguen alzandose victoriosas entre nosotros. Y mientras las devoramos con una técnica perfecta adquirida a base de años de práctica y nuestro montón de cáscaras sube como la espuma ridiculizando al del invitado de turno, seguimos haciéndonos confidencias (pues hay un señor que me acompaña, pues el otro día vino la policía al bloque, pues me he dado la vuelta al mundo en huevos fritos...) como hiciéramos en tiempos.
El Transmongoliano
Hace 11 años
14 comentarios:
Señora Tremolina,
Celebro su regreso a la par que debo regañarle, no debería Usted dejarnos 13 días sin artículo y/o comentario alguno. Sobre todo cuando sus escritos recuerdan a las vivencias del Lucas de Cortázar, lo que es siempre de agradecer... y más cuando apenas hay trabajo (de hecho, redacto estas líneas en la oficina) y el soporrr sobrevuela cada una de mis (pocas) acciones laborales.
Cuídese,
Jafuda
Cuidao con el soporr, que a la que uno se descuida le pega un telefonazo al tedio y allí que se planta. Como en Un elefante se balanceaba sobre la tela de unaraaaaa-aña...
Tiene derecho a regañarme (digo así con la cabecita baja y moviendo el piececillo). En parte, se debe a haber estado ausente de mi domicilio, y aislada del mundo, es decir: sin ordenador ni internet.
En otra parte se debe a mí que, de vez en cuando perreo, perreo, de forma infructuosa.
Ahora entiendo yo muchas cosas...
Espero que el coquito que gustba de tomar tu madre no sea lo mismo que se conoce por estos lados del charco como coquito, que lleva ron y otras especias. Sino que sea un coquito, difçgamos, de esos que crecen en las palmas. ¿Sí?
Pues si hombre, si !!! faltaria más; que quede claro que mi afición a las pipas me viene desde pequeñita (ya las monjas me castigaban por comerlas a escondidas) pero es que el "mono" era inevitable; además como buena adicta, os he arrastrado a todos, je,je,.
Propongo una encuesta (ya que tu no lo mencionas) ¿quien se acerca más al número de kilos que compramos la última vez que fuimos a Tarancon?, si alguien lo acierta.....premio
Je jeje! Pao: un "coquito" por estos lares es también una especie de dulce no muy grande (tipo pastel pequeñito) que sabe a coco :-D
17 kilos!!
así que, (clic), hija (clic), qué tal el (clic), cole (clic)?
bien, (clic), mami (clic), sólo que el (clic), profe (clic), me tiene (clic), manía, (clic)
No, error, don Sacau, no fueron 17 kilos. Te quedas sin la muñeca pepona y el apartamento en Torrevieja.
28 kilos!!!
cuántas veces puedo jugar??
Ooohh!!! Taaaaampoco son 28 kilos!! Puedes jugar todas las veces que quieras!! No lo olvides, sólo por mandar una cuantiosa cantidad con las palabras "donativo para Montse" al 7747 podrás indicar todos los kilos que quieras!!
Pucha po! por las canillas del mono! Nunca le achunto con las golosinas Españolas!!
PS: digo que deben haber comprado alrededor de 40 kilos.
¡¡¡Tampoco son 40 kilos!!!
Está reñida la competición, señores!!!!
Ah, se me olvidó !!
Abstenerse para concursar los infiltrados en la familia; no sea que algún "listillo" lo haya oido y se lleve el premio por el morro.
Esta empresa es muy seria y no admite jugar a los familiares.
Animo que alguien ya se ha acercado al número exacto.
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