1.- Que Juan Muñoz Martín, autor de Fray Perico y su borrico y El pirata garrapata, te firme un autógrafo a tus 28 años, en una lista impresa en Times New Roman 11 que se encuentra por ahí, en una feria del libro de Madrid, después de haber esperado tu turno detrás de un par de niños.
2.- Que Carlos, después de cambiarse de casa, de camino al trabajo una buena mañana, mientras atraviesa el Parque de la Bombilla, se reencuentre de bruces con su gato Nelson, fugado del hogar un año antes.
2.- Que a Irene le recete el médico pastillas para la memoria y a ella se le olvide tomarlas.
3.- Que en la radio de un coche alquilado con el que el Pibito y tú vais sorteando montañas en Croacia, de repente suene el Amo a Laura.
4.- Que, a los 17 años, seas socia fundadora de la peña ambulante "Eskizofrénikas concupiscentes".
4.- Que en un autobús de línea polaco que te lleva a Auschwitz en el verano de 2004, suene de pronto el Aserejé, por el altavoz colocado justo al lado de una pegatina en la que se lee "Camping Las Nieves - Biescas (Aragón)"
5.- Que una noche de invierno, mientras bajas por la calle de La Palma para llegar a tu casa, un transeúnte se te acerque y te de un folio doblado, todo escrito a mano hasta el último resquicio de margen, y te indique que hagas tu aportación y continúes. Y el folio esté lleno de toda suerte de frases, con mayor y menor sentido, en más de cuatro idiomas distintos, plasmadas por nombres, apellidos y lugares diferentes.
Efemérides
viernes, 27 de junio de 2008
Cosas que hacen que la vida valga la pena (I)
lunes, 23 de junio de 2008
Vuelve, Jafuda
Ando preocupada. Primero fue Txetun, y ahora, Jafuda.
Ha desaparecido.
La última vez que se le vio con vida fue el pasado 5 de junio, dialogando con un tedio al respecto de su competidor: el estrés. Desde entonces, nadie ha vuelto a saber nada de él. Y yo me preocupo.
Por otra parte, observo que cada vez aparecen más bomberos toreros con los que yo no contaba, espontáneos que se lanzan al ruedo tremolinero que yo nunca pude sospechar. Resumiendo: gente a la que no he tenido que amenazar ni coaccionar ni chantajear emocionalmente para que entren en http://latremolina.blogspot.com/ y yo pueda decir eso de mira mamá mira lo que hago mira lo que hago mamá pero míraMMMEEEEE!!!
Hay anónimos que me chinchan con que si me hubiera quedado después del concierto a ver al grupo Siglo XXI hubiera sabido lo que es música (lo que hace fantasear a mi imaginación, ya de por sí pizpireta: "¡¡¡Hups! Es alguien que estaba allí! ¿Será alguien que te conoce? ¿Te estaría observando? ¿Llevaría gabardina y sombrero Intocables? ¿El misterioso señor R?"), y también hay novedosos remitentes azules cuyo nombre lleva a columnas escritas en inglés -inglés para hispanohablantes, pero inglés, a fin de cuentas-.
También hace tiempo que no se asoma Jesús I el Acostumbrado, que tantas pinceladas nos aportó en otros tiempos (¿Dónde andas, Jesús? ¿Te atropelló un trailer Schneider en tu Suiza norteña?).
Y luego hay quien se asoma pero no quiere que se sepa (ays, malandres).
En fin, Jafuda: que yo quiero que vuelvas. Seguro que más de uno (que soy yo) te echa de menos.
jueves, 19 de junio de 2008
Asaltos
Me voy a poner ñoña:
Tal día como hoy, cuando me dirigía al centro gastronómico en el que mis compañeros de laboro se iban a dar a la ingesta y en el cual me estaban guardando sitio, después de encontrarme a Moira por el camino con su maleta de piel marrón y su bocata de chorizo (penéeeeelopeeeee!!!), decía, tal día como hoy, justo cuando doblaba Torrelaguna con Condesa de Venadito, exactamente en el instante en que el rayo de sol número doce millones, quinientos veintisiete mil, doscientos cuarenta y ocho incidía con una inclinación de 87 grados sobre mi empeine derecho, en ese momento exacto, ha aparecido ante mí en pantalla panorámica un recuerdo de mi niñez, en el que un tren de la Renfe procedente de Madrid traía hasta Oropesa del Mar a mi madre, asomada a una ventanilla, con mi osa Maricarmen asomada también a su vez tal y como asoma Michael Jackson a sus hijos en los hoteles de Berlín. Mi osa Maricarmen, con su vestido rosa, y mi madre con ella, saludando, después de un x tiempo que no la veía, porque cuando uno es niño nunca sabe cuántos segundos o cuántos años son una x.
Mi madre asomada a la ventanilla de un tren, y mi osa Maricarmen, y mi abuela en un andén, y la mano de mi abuela cubriendo la mía, y el corazón enorme, rebosante, reverberante, el corazón que explota en un abrazo inmenso anticipado y que a la vez se amansa tanto.
Mi madre, y mi osa, en un enorme segundo sito en Torrelaguna con Condesa Venadito.
martes, 17 de junio de 2008
Dónde vas, con mantón de Manila
Estimado lector:
Te tengo muy abandonado últimamente, lo sé. Esto se debe a que me entrego sin reservas a mi yo laboral, dando de lado a mi yo lúdico, que un día me lo hará pagar, endiñándome un reúma que me impida pasear por las playas de Benidorm en mis viajes del Imserso. Me tocará quedarme sentada, mirando a través de los ventanales del hotel cómo mis compañeros hacen aerobic orientado a la tercera edad en la piscina. Pero en fin.
Sin embargo, querido lector, déjame contarte que el fin de semana pasado estuve en la verbena de mi barrio -que son de la más alta cuna y tradición, que salen en las zarzuelas de postín-. Para los jóvenes talentos que leen estas líneas, procedo aquí a aclarar que una verbena es como una fiesta de pueblo, pero sin vaquillas. Y el uniforme de peña tiene una gorra con cuadritos para ellos y un vestido con lunares entallado hasta la rodilla para ellas, acompañado de un clavel en el pelo.
Pues sí. Estuve en la verbena de mi barrio. Me llamó Carlos por teléfono y me dijo:
-Mamita, yo tengo lo que tú necesitas
-Unas pinzas de cocina de acero inoxidable y un litro de leche
-No. Yo tengo información. Concretamente, la referente al próximo concierto, el viernes, de La Casa Azul, en las fiestas de este nuestro barrio (Carlos es gallego-canario, así que no contempla la dicotomía fiestas/verbena)
-No se hable más.
Así que el viernes para allá que nos vamos, dispuestos a dejarnos seducir por los cánticos de nuestro nuevo ídolo cual Ulises con sirenas.
Pero como queda aún un ratín para el inicio de los faustos musicales, nos dedicamos a pasear y dejarnos ver (que es para lo que se va a la verbena) entre El Saltamontes, El Tren de la Bruja, El Castillo Flotante, El Conejito Yuppi, El Rodeo-Bull y los coches de choque.
Los coches de choque.
Podrá llegar el i-Phone, podrá llegar el DNI electrónico y el borrador de la Renta, podrán llegar las cajas sírvase usté mismo a los supermercados... Pero la mente de uno encuentra reposo al encontrar cosas que jamás cambiarán:
Tipología de usuarios: los coches de choque
En los coches de choque siempre hay...
-dos chavales empotraos en el hueco del automóvil, que suelen ir detrás de
-dos chavalas, de las cuales una es la que conduce, y la otra es la que tontea con los dos chavales,
-unos padres asustados, que hacen lo posible por contentar a sus
-dos hijos, que juguetean con sus padres, inconscientes de que en un par de años renegarán de la compañía de los mismos y se esconderán detrás de las casetas de chorizo frito si los ven, a fin de que su madre no les coloque el jersey delante de sus amigos
-en toda pista de choque figura también un autista, que conduce él solo sin hablar con nadie viaje tras viaje y sobre cuyas características mentales todos se preguntan,
-y por supuesto, el ser humano que otorga caché a cualquier pista de coches de choque y sin el cual la atracción está abocada al fracaso: El Guaperas, que es un señor unos 8 años mayor que la media de edad de la chavalería que por allí habita y que conduce con una sola mano. Gusta de dar lo más fuerte posible a cualquier otro vehículo que se encuentre en su camino, acompañando el momento de la embestida con el movimiento del cuerpo, al unísono, y datan de la época en que el tunning era sólo una utopía al alcance de muy pocos.
¡Ah, qué reconfortante, encontrar por fin los viejos referentes en este mundo cambiante!
Total, que el paseo termina y el concierto está a punto de comenzar. Tomamos posiciones. Las luces se encienden poco a poco, Presentan a La Casa Azul. No puedo esperar más a ver en directo el moño de la rubia. ¡¡Subidón lumínico sobre el escenario y...
...decepción. En primer lugar, el tipo no lleva casco de la NASA en la cabeza. Esto desconcierta totalmente a Carlos, ya que es éste pilar maestro de su idolatría. De hecho, el tipo lleva unos vaqueros normales y corrientes, con una camiseta normal y corriente y una gorrita normal y correinte, lo que le confiere todo en conjunto un aspecto muy cool-malasaña. Mas esto no es lo que nos han vendido.
Pero la decepción alcanza su clímax al descubrir... Que no hay moño. Que no hay rubia. Que la Casa Azul es un tío solo, con sus pantallas, su piano, su guitarra, y su forjarse escuchando a Un Pingüino en mi Ascensor, como delantan sus alusiones a Torrebruno. La Casa Azul es un solo tío. Como Enya. Como Milli Vanilli (bueno, estos eran dos).
En fin. Lo salvó de que yo saltara al escenario y me rociara de salfumán el hecho de interpretar una aceptable versión del "Aire" de Pedro Marín (gran éxito del Morocco, ¿recuerdas, oh lector?). Pero ni así. No, que no, que no, me dices sí y es no, que no, que no...
jueves, 5 de junio de 2008
El tedio
El tedio viene porque tú estás quietecito en tu silla de tu puesto de trabajo y no tienes nada que hacer porque las cosas que puedes hacer dependen de que un señor te diga que las hagas y entonces estás ahí sentadito muy quieto esperando que venga el señor que te dice Tremolina obtenga información del evento Forrester y mientras tanto pues ya has ordenado todos los contratos por orden cronológico y has detectado fallos de traducción de la página güeb y has olisqueado carpetas vacías que han abandonado por ahí para ver si te sirven y has colocado el bote de los bolígrafos siguiendo criterios cromáticos.
Después el tedio como es un perverso te invita sibilinamente a acometer actos que tú sabes que no debes llevar a cabo tales como mirar tonterías que te envían otros tedios donde pone "jajajanoseracierto.ppt" y "buenisimomiraloymandaseloaocho.xls", o interpretar canciones populares a un volumen audible e identificable como Doce cascabeles tiene mi caballo por la carrete-é-era.
Y mientras llega el señor que dice Tremolina haga usted pues el tedio y yo aquí nos tenemos el uno al otro él mirando pabajo desde su coronilla y yo mirando parriba desde mi córnea, él chapoteandome la caspa y dando saltitos al unísono y yo suspirando en su presencia las próximas dos horas.
Y eso es el tedio.