Efemérides

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viernes, 4 de agosto de 2023

Matar al padre (I)

Llevo aquí un rato pensando en cómo presentar este artículo que les traigo y no acabo de encontrar la fórmula idónea, así que les voy a resumir en una línea lo que es así someramente el grueso de la información, para que ya ustedes se vayan haciendo una composición de lugar:

Mi padre se ha muerto y yo me he enterado por Facebook gracias a un Marine Americano.

Y ustedes ahora tendrán dudas, curiosidades, incógnitas... preguntas, en suma. Así que paso a proporcionar contexto. Permítanme que comience explicándoles que mi familia posee ciertas singularidades numéricas, pues tengo:

  • 1/2 hermana
  • 1 madre
  • 2 padres
  • 3 abuelas
Centrémonos hoy en el tema Padres. Yo tengo dos padres: el de verdad, y el de los genes. El padre al que hace referencia este artículo es el de los genes. Que es el que se ha muerto. Y que es un señor con gafas al que yo hacía 18 años que no veía, en directo o en diferido, así como a ningún miembro de esa rama genéticofamiliar. 

Bien: pues hallábame yo tan campante una mañanita en mi helvético puesto laboral cuando me metí en Facebook, que es ese sitio al que vas cuando no eres de ir a la cafetería o al fumódromo pero qué collons tú tienes tanto derecho como el que más a tus tres minutos de desidia, digo yo. Y hallándome en tan pintoresco destino, observé con una mezcla de incredulidad y sorpresa que un Marine Americano había dado a like a todas y cada una de mis escasas publicaciones públicas, así como realizado comentarios en las mismas (que ya es más de lo que hacen ustedes por aquí, so vagos), concluyendo en la última pública publicación con una oda a mis maneras, ingenio y, por supuesto, desorbitante belleza, coronando la mentada oda con un ruego a mi aceptación de su oferta de amistad y la prosecución de un mutuo conocerse. 

Pese a que todo lo narrado en el párrafo anterior no sorprenderá a nadie dado lo acertado de las características que se me achacan, su perfecto español, en combinación con su caucásico aspecto de madurito interesante y su grado de oficial de la Navy, acabaron de convencerme de su naturaleza de bot ruso.    

Y en calidad de tal, concluí que era mi deber cívico informar a Mark Z. de su existencia, reportando al binario sujeto, no sin antes acudir a ese misterioso rincón del feisbu donde aterrizan los mensajes privados que te envían las gentes que no están ligadas a tu cuenta, o sea, que no son tus amiguitos (aún), para ver si el utópico Adonis me había hecho llegar alguna suerte de cacacódigo pernicioso hackeante del que tuviera que ocuparme.

Y allí estaba, junto a la probable declaración de amor eterno del Marine Americano que nunca abrí, un más que improbable mensaje de un más que imprevisto remitente, un nombre de un miembro del Clan Familiar Paterno, en concreto el de mi prima Sandra, conteniendo un escueto texto, a saber: "Tremolina, lamento comunicarte que tu padre ha fallecido. Llama a mi madre a este número de teléfono y ella te explica todo". 
La casualidad quiso que el mensaje hubiera sido enviado solo unos días antes, y que el Marine provocara mi visita a ese limbo de misivas perdidas por el que hacía unos cinco años que no me pasaba.



Fin de la primera parte. Porque estoy viendo que esto se va a extender y ando muy desentrenada como para marcarme un culebrón en estos tiempos.            

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