Amigos,
Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación. Y esa explicación que os debo, os la voy a pagar. Me direis que estais hasta los güevos de crónicas helvéticas, y que a qué vengo con más historias de vacas suizas. Que si es que tengo una crisis creativa, o si se me ha ido el negro que me escribía los textos.
Pues no.
Sepan ustedes que la insistencia sobre el particular se debe únicamente a mi inherente altruismo.
Yo, que soy persona versada en el conocimiento del mundo, no puedo sino abrir las compuertas del saber a fin de ilustraros a vosotros, pequeños aldeanos que no habréis salido de vuestro Barbate natal, sobre lo que en Centroeuropa se estila, a fin de que cuando emigreis (que estareis a punto, sospecho, segun las informaciones que voy recibiendo de los nodos) no tengais problemas para integraros. Os dejo pues unas cuantas indicaciones básicas del buen hacer europeo, para que vayais ensayando. So catetos.
1.- Los mocos son buenos. Los paluegos, también.
Y compartirlos, más. No os extrañéis por tanto si, en una reunión en la oficina o en una comida o cena de trabajo, vuestro interlocutor inicia una exploración nasal mientras proclama las ventajas de migrar a Google o repasa sus recuerdos de cuando estudió el master en Harvard. Esto se hace extensible a la hurgatoria interdental, con o sin palillo. En Europa la naturalidad impera y a los más estrictos de vosotros, que en el fondo sois unos reprimidos, os recomiendo que practiqueis la más absoluta cara aséptica de la que seais capaces para cuando os veais en la situación.
A los más deseosos de integración os recomiendo empero que acompañéis con vuestros propios dientes y/o fosa nasal, alternando.
2.- "Del dinero no se habla: se tiene o no se tiene"
Este famoso dicho suizo ilustra por qué aquí resulta igual de normal ver a la gente descalza por el asfalto de la calle como ver a la gente conducir un Aston Martin. Probablemente, de hecho, a la misma gente.
Para integraros, os recomiendo que empeceis por la primera parte. La del Aston Martin suele ir incluida en la sección "no se tiene", al menos al principio de mudaros.
3.- Dinero es dinero
No hay nada que evidencie más nuestra condición de africanos que ir a a comprar un chicle, observar que solo llevamos billetes de 50 francos (40 euros), y pedirle disculpas a la dependienta al pagar.
La situación se hace insostenible. La dependienta os mirará sin comprender nada, se preguntará el por qué de las disculpas, entrará en bucle y su cabeza reventará salpicandolo todo como la de un replicante cualquiera.
El dinero es dinero. Se usa para comprar cosas. La gente lo recibe a cambio de esas cosas. Y no se entiende por qué se disculpa uno por esta transacción.
Aprendida la lección, el otro día pagué un billete de tranvía con un billete de 100 francos. No hay que dejar la puerta abierta a la duda.
4.- El parqué ajeno no se jode.
Esta lección muy importante, ya que puede significar vuestro éxito rotundo en los círculos sociales o, por el contrario, vuestra marginación expresa e irrevocable.
Cuando vayais a una casa ajena, se espera de vosotros que os quiteis los zapatos. Así pues, cuando alguien venga a vuestra casa, se espera de vosotros que espereis lo mismo. Y da igual que hagais notar lo contrario, porque ellos lógicamente saben que lo hacéis por ser amables. Y jamás cometerían la afrenta de pasearse por vuestro parqué con los zapatos puestos.
Ahora bien: qué ocurre cuando una visita se encuentra en la encrucijada y engullida por la duda. Por ejemplo: sabe que se debe quitar los zapatos, pero es verano, hace calor, y tiene los pies empapaícos. Esto presenta una vicisitud, porque la visita sabe que el sudor también jode el parqué, además de las fosas nasales. Pero pisar con zapatos... eso nunca. Nunca.
Bien. ¿Cómo subsanarlo en Centroeuropa? La solución es sencilla: en estos casos, la visita os pedirá que le presteis unos calcetines para poder andar cómodamente por la casa sin que por vuestra parte hayais de sufrir daño alguno en el parqué o en la pituitaria.
Observad que no es especialmente necesario que exista una fraternal confianza cimentada en los años de juventud entre las dos partes, así que sentíos libres de obrar de tal forma cada vez que tengais, en hogar ajeno, los pies hechos un putoasco. Eso sí: al marcharos, entregad en mano (en mano, esto es importante) los calcetines del triunfo.
Y en fin, yo creo que esto es suficiente de momento para que vayais practicando vuestra incursión en países desarrollados.
El Transmongoliano
Hace 11 años
2 comentarios:
Ahora lo veo claro. El negocio del emprendedor hispánico emigrando a la CH es el de los calcetines de usar y tirar que vienen en bolsita... ¿sería apropriado que el anfitrión los cobre a digamos dos franquen a sus visitas?
Querida Tremolencia:
Estoy hecho un lío:
si uno en Suiza se introduce el índice por la nariz hasta que el nudillo haga tope en una de las aberturas rozando el egipcio acto la trepanación... se considera un acto de educación suprema?
Si es así comenzaré a practicar.
Un abrazo
Sacau
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