Una cara es un objeto ovalado de unos 18 cm de alto por 15 de ancho de media en la edad adulta. Por lo general, se encuentra contenido en lo alto de un cuerpo, y, a su vez, suele contener un par de ojos, una nariz y una boca, amén de cejas, pestañas y otros vellos y marcas –salvo excepciones-. Estos elementos, en su conjunto, se relajan y contraen armoniosamente para configurar aquello que llamamos "gesto", lo que da lugar a aquello que llamamos "expresión". La expresión es generalmente la manifestación de un sentimiento o deseo y provoca en el receptor visual de esa cara, de igual manera, sensaciones.
Las caras son el principal input sensitivo que tenemos en esta era globalizada y veloz. Son, de hecho, el único input comunicativo del que se fían nuestros sentidos. Nos fiábamos de Manuel Luque porque era una cara recurrente en nuestros televisores que, además, llevaba bata blanca. Sabemos quién era Hitler por la cara de malo que ponía en todos sus mítines y grabaciones. Recordamos quién era el Ché porque su boina y su bigote se han reproducido hasta la saciedad en carpetas y muros. No recordamos a Trotsky porque Stalin le borró la cara de las fotografías.
En política, como en cualquier otra rama comunicativa, huelga pues decir la importancia capital que tienen las caras. En una época donde los discursos no se estilan (puede que por ausencia de diestros oradores, añado entre bambalinas), en la que nadie lee los programas electorales (¡si es que siguen existiendo!), en la que rara vez tenemos ocasión de cruzarnos en el rellano de la escalera con algún aspirante a diputado e intercambiar unas palabras, lo único con lo que el electorado cuenta es con una cara.
Hace ya tiempo que se sucedieron las elecciones sucesorias al Partido Socialista de Madrid, y no escribí nada al respecto. Supongo que pasé cierto tiempo anonadada. De alguna forma, aún sigo sorprendida. En todo este tiempo, no se ha hablado más que de si La Trini ha perdido, de si hay o no hay caciquismo en el PSOE, de si ha triunfado un socialismo real, de si el PSOE ha perdido mucho y ha quedado muy mal y demuestra que bla bla bla bla bla. No acabo de entender ninguno de esos análisis políticos. Para mí, con toda esa historia, el PSOE sólo ha ganado. Ha conseguido lo que no había conseguido hasta la fecha: que el electorado madrileño conozca la cara de Tomás Gómez. Que sepa su nombre, su expresión, sus marcas, sus vellos. Que sepa que existe. Ha conseguido una presencia mediática que jamás había tenido. Lo cual sí supone, como ninguna otra cosa, una posibilidad real frente a la archiconocida cara de Esperanza Aguirre. Y me sorprende mucho que, al parecer, ningún medio haya hecho esta lectura del asunto. Porque a mí se me aparece como, probablemente, la razón última de que todo eso aconteciera. O, como poco, una consecuencia colateral nada despreciable.
La política vive de caras. La única cara de la que disponía el Gobierno para lavarse la suya con toda esta hecatombe de los últimos tiempos era la de Rubalcaba. No hay otra opción que les permita respirar un poco. Y hablando de respiros, no sé si se han percatado ustedes de que últimamente vemos mucho al príncipe en televisión. Siempre le hemos visto, pero más bien de refilón. Ahora le vemos en primer plano, como una cara que habla y a la que además han puesto barba.
Huele a relevo monárquico.
El Transmongoliano
Hace 11 años
4 comentarios:
No sé muy bien qué día, ni en qué emisora ni en qué programa -perdone la indefinición, es que no iba en mi coche- escuché un análisis precisamente de esto que "usté" comenta. Y los contertulios de marras observaban además el recorte de patillas y otros retoques a los que el buen Tomás se ha sometido desde el inicio de la campaña...
En cuanto al segundo punto: sí, yo también me he fijado. En eso, y en que este año, para informar de la buena salud de que gozaba el rey después de su chequeo médico anual -será obligatorio por ley?- todos los periódicos utilizaban una foto DE ARCHIVO para ilustrar la noticia. Vamos, que a lo mejor buena salud sí, pero buen aspecto...
R
Totalmente de acuerdo con lo de Tomás Gómez. Su cara y su nombre ya eran bastante conocidos entre los socialistas (mucho más que cuando Zapatero salió elegido secretario general, fíjese), pero esto ha servido, como bien dices, para darle a conocer entre el electorado madrileño.
Lo de Rubalcaba, no sé, ya estaba, así que poco lavado de cara. Siguiendo mi teoría, más bien se ha intentado salvar la cara de alguno que ha salido.
Lo del príncipe, hasta le han hecho una teleserie y todo, oiga. Eso mismo que usté apunta se soltó como un globo sonda cuando al rey le operaron de lo del pulmón. En cualquier caso, mejor ahora que la crisis nos tiene agilipollados que cuando las cosas vayan a mejor, no fuera a ser que a alguien se le ocurriera la peregrina idea de plantear lo de la sucesión monárquica.
Alnemia...
Yo sí me había fijado en lo del Príncipe, que está hasta en la sopa ahora con esa barba medio rara... En nada, Leti reina.
Me ha gustado el breve análisis político y lo he publicado en twitter
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