Os voy a contar algo que muchos no sabéis. Algo que ni sospechais, algo que ni imaginais, algo que vuestros estructurados raciocinios os impiden concebir siquiera como remota posibilidad:
El lunes empecé a trabajar. Por mi propia voluntad. Sin gurús mediante, ni impagos de hipoteca, ni operaciones de transexualidad en suspenso. Así, porque sí. Porque soy así de tonta. Sin más. Adiós a mi arraigada ambición de convertirme en mantenida.
La empresa en la que trabajo está en un lugar que comúnmente viene a denominarse casa dios y cuenta con la particularidad de no tener calefacción en baños ni escaleras. Supongo que los responsables habrán oído hablar de Diego y sus afamadas siestas inodóricas y han querido a toda costa evitar que alguien aparezca un día con el tronito de papel higiénico pegado a los vaqueros. Como sin embargo lo cortés no quita lo valiente, que no tengamos calefacción no ha de significar que no seamos modernos y demostremos, lozanos, al mundo, esta tecnología puntera que nos caracteriza, mediante la instalación de un sistema de iluminación por sensores de movimiento en esos mismos aseos de referencia.
Como la imaginación invita a concluir, los sensores de movimiento detectan cuándo un ser humano accede al recinto, ya que se mueve, y le proveen de luz para la consecución con éxito de sus fines.
Como es lógico, cuando no detectan movimiento, se apagan.
Y como también es lógico, la única forma de que uno consiga mear acompañado en todo momento de las bondades de Osram es moviendo insistentemente la cabeza hacia arriba y hacia abajo para que el puto sensor detecte movimiento y no te deje a oscuras y en cuclillas.
El que diseñó el descrito sistema debió de ser el único de toda la empresa que no hubo de pasar los 12.546 cursos de capacitación que se le exigen a todo nuevo trabajador:
-Curso de capacitación de comportamiento laboral
-Curso de capacitación de correcto archivo de documentos
-Curso de capacitación de correcto uso del correo electrónico
-Curso de capacitación de utilización de la herramienta Ergiol
-Curso de capacitación de utilización de la herramienta Argas
-Curso de capacitación de utilización de la herramienta MP
...y seguiría, pero ustedes no se merecen este trato.
Y sin embargo, fíjense. Puedo soportar las canciones de Melody en el autobús matutino. Puedo concebir que la formalidad y la burocracia me obliguen a perder horas y horas en interactivos cursos que me enseñan que aceptar regalos caros en el mundo empresarial está feo. Puedo intuir incluso que la situación en los baños fomenta mi creatividad (y popularidad, si decido organizar un concurso de estalagmitas urinarias) en la compañía.
¡¡¡¡Pero que me tengan capado el acceso a La Tremolina, eso, eso no hay quien lo soporte!!!!
Efemérides
domingo, 25 de enero de 2009
La efímera garantía de disfrutar de un culo caliente
lunes, 19 de enero de 2009
Resumen de noticias
Parece ser que Ana de las Tejas Verdes y Vladimir Putin han alcanzado un acuerdo por el que media Europa oriental dejará por fin de morirse de frío. Una lástima para la Merkel y algún que otro gobierno, que habían encontrado en la inminente selección natural una forma de acabar con el creciente paro. Pero una alegría para mi amigo Alberto, que el sábado agarra un avión a Sofia. "¡De vacaciones, tres semanas, a conocer Bulgaria!". Yo que él, me llevaba un saco de carbón y me costeaba el viaje.
De gas también ha hablado Amnistía Internacional. Y es que, según el Telediario, la organización ha demandado a Israel porque su ejército usa fósforo blanco cuando se va de colonias. Para el que no sepa lo que es el fósforo blanco, yo -que tampoco lo he visto nunca- concluyo que debe de ser algo parecido al Zyklon B. Sólo que el primero puede no matarte del todo: apenas dejarte tostadito a l'ast de por vida. Y el caso es que a la Convención de Ginebra no le gusta el fósforo blanco. Claro que, si consideramos como indicio lo mucho que le gustan a Israel los edificios de la ONU, ya podemos imaginarnos por dónde se pasará la Convención de Ginebra.
Se la pasará por el arco del triunfo de María Dolores de Cospedal. Para quien no sepa quién es María Dolores de Cospedal -yo tampoco la he visto nunca-, concluyo que es una señora que ha querido demostrar que no tiene los pelos en las piernas que se le presuponen por su consanguineidad directa con Don Pelayo, y, acorde con los tiempos, ha querido dedicar un jápiberdei mister président al ínclito Obama, ahora que está claro que el de la patata frita se quedará pa inaugurar hoteles en Colorado. Hoteles y cenas, ya que Obama, por lo visto, le dedica una esta noche. Y otra a un tal Joe Bidden, y otra al mismísimo Colin Powell. A ver si es que Obama es el único que no se ha enterado de que ha ganado él.
El asunto es que hoy Obama va a cenar tres veces. Qué tío, se las está cobrando todas juntas por su abuela keniata. Y entre que zampa o no, al angelito negro le ha dado por pintar de azul celeste una pared de una casa de acogida en Las Barranquillas de Washington. Qué quieren que les diga, allí los políticos agarran rodillos, y aquí los políticos enseñan rodilla. Pues oye, costumbres.
martes, 13 de enero de 2009
Lo primero es lo primero
Sacau me acaba de echar la bronca en forma de comentario en el artículo anterior, y tiene razón. No me he manifestado aún ante ustedes en este nuevo año de 2009. Y razones para hacerlo no me faltan. Pero qué quieren que les diga: es el consumismo, que me tiene embriagada y embargada en lo que al tiempo se refiere.
Me gustaría poder echarle la culpa a la nieve, pero no ha lugar. Mi única experiencia al respecto de la misma se ciñe a caminar el pasado viernes por la Nacional II (A-2 para los modernos), hundiéndome hasta los tobillos en el manto blanco en el que el autobús me había obligado a apearme tras una hora parapetada en su sistema de calefacción. "Va a llegar usted antes andando", me indicó el conductor. "Y a mí qué me cuenta, si yo lo que quiero es seguir atascada frente al edificio de Telefónica I+D, calentita, leyendo mi libro" me abstuve de responder. Y bajé al invierno ruso, a caminar por la estepa huyendo de los bolcheviques, con varios pasajeros exploradores más y sin sherpa ninguno.
Pero lo primero es lo primero, que me enrollo. Para todos aquellos de quienes no disponía de dirección postal actualizada y conocida, dejo aquí mis mejores deseos. Máma: si pinchas en las fotos, se hacen grandes.
Observe el lector que La Tremolina, una vez más, erigiéndose como ejemplo de mujer moderna y activa que es consciente del mundo en que vive, les felicita como les felicita. Mucho Obama, mucho Obama, pero en los tiempos que corren mejor es estar a buenas con Mao.
miércoles, 31 de diciembre de 2008
Principios y finales
Hoy La Tremolina cumple un año. Parece que fue ayer (que dice la frase hecha y rehecha) cuando una se ponía enfrente de esta cosa "elija fondo > personalice texto > ya tiene su bló" y le daba por escribir sobre la vuelta del break-dance (poco iba a saber yo entonces que Buenafuente, como siempre, me copiaría de cara a Eurovisión >D).
En este rato, han sucedido diversas banalidades de las que les he ido informando puntualmente, y ustedes han ido surgiendo de entre la nada (unos por coacción, otros por generación espontánea) y se han acomodado entre estas páginas, para regocijo de su dueña. A este respecto, quiero entregar públicamente el Sugus de Piña de Oro a la Sra. Díaz, que calladita, calladita, encabeza el ranking de oteadores tremolineros, desde su Rostock de adopción. O eso, o las cincuenta y tantas visitas al mes provenientes de Rostock se deben a un club de fans del que no tengo constancia. Asimismo gracias a Barcelona y a Santiago de Chile, que se disputan el segundo puesto. Muchas gracias igualmente a los que pasean de vez en cuando, y, por supuesto, a los comentaristas más y menos habituales, que son la sal del ciberespacio. No me olvido del visitante de El Puerto de Santa María, ese que probablemente llegó por error y que nunca volvió a pisar, y que tiene artículo en su honor y todo.
En fin. El año termina, La Tremolina hace pucheritos en su cuna, y cada cual tiene su forma de celebrarlo. En Valencia tiran petardos y queman ninots. En Israel también. En Madrid nos apechugamos unos contra otros en la Puerta del Sol para ahorrar calefacción.
Sin embargo hoy, en que La Tremolina cumple un año y que el mundo celebra el fin del mismo y la llegada de uno nuevo, es también el día que ha escogido mi semiabuela para morirse. Cae así el penúltimo bastión castizo, la penúltima representación del habla chulapón, la penúltima persona que me preguntará por "el que me acompaña", en lugar de preguntarme por "mi novio". Y que me dirá que qué buen mozo, y que "me lo administre". "Porque anda, maja, es muy bonito que a una le digan lo lista que es, y lo maja que es, y que es la más guapa del mundo, aunque no lo sea". Cae mi semiabuela y serán ya pocas las personas en el mundo que tengan amigas que la visiten cada tarde.
Así que permítanme que me retire unos minutos entre bambalinas. Por mi parte, y hacia ustedes, sólo me queda insistir en la misma idea: Gracias por venir.
domingo, 28 de diciembre de 2008
Patitas de rana y otras reflexiones
En el artículo anterior, que es el que ustedes encuentran después de este (misterios del espacio-tiempo), hay un comentario en el que se me emplaza a lamerme las heridas a base de batracios.
La forma de la exhortación ha anulado completamente mis capacidades psicomotrices durante un total de cuatro segundos, y ha conseguido que se tambaleen con tremenda virulencia los pilares sobre los que se asientan las verdades universales que he aprendido en la infancia.
Sana, sana, patita de rana. ¿Cómo que patita de rana? ¡patita de rana? ¡El sintagma que corresponde a esta locución siempre ha sido culito de rana! ¡Culito de rana, caballeros!
Comprendo que algunos de ustedes puedan encontrar mi reacción desmedida. Pero las tornas de su punto de vista cambiarán drásticamente si les digo que no hace ni dos semanas que mis oídos captaron la siguiente expresión:
sana, sanita, culo de ranita
Ante la gravedad del hecho, y la constatación de que existe un mundo plural a este respecto, no puedo sino iniciar una investigación profunda que trace las fronteras paralingüísticas del asunto, a fin de que la sociedad hispanohablante sepa en cada momento qué combinación utilizar en sus viajes por esta nuestra vasta geografía.
Entretanto, me he entretenido pensando en las Olimpiadas. En lo aburrido que tiene que haber sido retransmitir la natación en los Juegos Olímpicos de este año.
Y los jamaicanos. También he pensado en los jamaicanos. Que pa qué corren tanto, si al final siempre van a encontrar agua.
sábado, 27 de diciembre de 2008
Sangre que hierve
Acabo de tener ocasión de ver en la televisión (concretamente en Telemadrid) la película Sangre de Mayo, y me veo en la imperante necesidad de realizar una crítica cinematográfica.
Creo necesario, antes de nada, felicitar a José Luis Garci porque ha conseguido superarse, algo que parecía poco probable. Si últimamente sus películas eran cada vez peores, con esta ha conseguido traspasar la simple mediocridad e instalarse en la auténtica mierda (con perdón, si hay lectores susceptibles de sentirse incómodos ante la mención del producto intestinal).
Sí, ha conseguido superarse. De principio a fin. Empezando por la elección del cuerpo actoral, en el que a un actor como Quim Gutiérrez, nada desdeñable en Azul oscuro casi negro, se lo cree uno en su papel por mera simpatía; o el desfile de rostros televisivos de toda índole que pasea por doquier, al margen de sus capacidades laborales. Aunque esto puede resultar útil, porque, siendo tan mala la película, uno al menos puede entretenerse con la familia montando una timba de a ver quién adivina en qué serie salía este. En fin, en este aspecto sólo he echado en falta a Elsa Pataki para el pleno al quince. Y a algún que otro olvidado más de Al salir de clase.
Qué decir tambien sobre el guión. Glorioso. Un gaditano de tronío que declama el texto coma por coma. Una ser humana del año 1808 que usa expresiones como "este puto hilo". Y un largo etcétera. Garci, alma de dios, que podías haberte ahorrado este vapuleo contratando a los asesores de Amar en tiempos revueltos. Y con ese afán por las series, seguro que hasta te hacían descuento.
Y sin embargo, ¡ay!, cuando lo creía todo perdido, cuando pensaba que ya no era posible sino la indignación absoluta ante esa sarta de gilipolleces tópicas y tergiversadas al respecto de Madrid y sus madrileños y el heroico 2 de mayo, cuando llegué a aceptar que lo mejor del filme habían sido los treinta minutos de presentación del mismo en la mentada cadena de televisión con la fundamentalista católica de Esperanza Aguirre al frente de cada imagen del pseudo-documental, cuando tan convencida estaba de que la única salida viable a esta situación era arrojarme por la ventana al grito de ¡¡banzai!! ante semejante "remake" de Marcelino pan y vino y Nobleza baturra... llegó la última sucesión de fotogramas. Esa en la que se nos muestran las torres de la Ciudad Deportiva desde diferentes ángulos, amén de otras escenas del Madrid modenno y cosmopolita. Madre de dios.
Comprendo ahora que haya salido por televisión escasos meses después de estrenarse la película, y que se retirara de los cines escasos días después de estrenarse en ellos, si me apuran. Ay, Garci, Garci, con lo que tú tienes a las espaldas, con ese Volver a empezar o ese El Abuelo, ¡o habiendo sido guionista de La cabina!, ¿cómo me haces estas cosas?. Mira que en breve te veo como a Sánchez Dragó. De bufón de la corte.
Y que conste que yo seguía con gusto tu programa.
En fin. Como ustedes no se merecen este regusto amargo con Garci y la Aguirre paseando cual Heidi y Pedro por estas páginas, les dejo aquí un, este sí, gran momento de la televisión española. Que ustedes lo disfruten (o no).
jueves, 18 de diciembre de 2008
Vida ascendente
Esta mañana he hecho una amiga nueva. O, mejor dicho, una amiga nueva me ha hecho a mí.
Nos encontrábamos mi carrito de la compra plegable Rolser y yo a bordo de un Circular, autobús éste que se caracteriza por dejarnos en el supermercado Día más cercano, cuando la señora que se hallaba en el asiento detrás de aquel que ocupaba yo, el cual a la sazón era el primero después de la puerta de salida, se ha incorporado y ha exclamado:
-Ay, que me mareo.
Mis reflejos han acudido solícitos en su auxilio, manifestándose en forma de mano que la agarra del codo y le sugiere:
-¿Se quiere usted sentar?
-Ay, no... no... si es sólo un vahído... pero es que llevo marcapasos, y...
-No se preocupe: yo me bajo con usted.
Así que nos hemos bajado los tres: la señora, la que suscribe y el carrito Rolser, en pleno Corte Inglés de Argüelles; ella ha bajado bastante ufana, para mi sorpresa, pero a los tres pasos se ha dirigido rápidamente hacia una farola, a la que se ha aferrado con unción.
-Venga, no se preocupe, vamos ahí a la marquesina y nos sentamos.
-Sí... bueno... ay hija, lo siento... es que llevo marcapasos...
-No se preocupe usted, faltaría más.
La he dirigido a la parada de autobús, he pedido a la concurrencia que nos dejaran aposentarnos (más bien a ella), y ella me ha comentado que no sabía si irse a la Concepción.
-(...)
-(...)
-La Concepción... Me pilla usté ahora mismo, no la sitúo...
-¡La Concepción! -me ha dicho, señalándome en una dirección tó palante. - ¿Tú tienes reloj con segundero?
-Pues... sí...
-Pues cuenta a ver -e inmediatamente se ha buscado el pulso.
Yo, que en estas cuestiones no estoy muy ducha pero soy harto obediente, me he puesto a contar. Cinco. Diez. Quince. Veinte. A las veinticinco me he dado cuenta de que no sabía qué estaba contando. Treinta. ¿Me dirá ella cuándo parar de contar? Treinta y cinco. Pues ella no dice nada. Cuarenta...
-Pues ahora mismo es un minuto -le he hecho saber, al cabo de sesenta segundos, y esperando que fuera la respuesta correcta.
-Huy. No sé. ¿No te has pasado un poco?
-No, señora.
-Pues es que me noto... no sé... es que...
-Bueno, no se preocupe, mire: ahí hay una farmacia. Si quiere vamos y nos quedamos más tranquilas.
-Pues mira, sí.
Y así es que hemos iniciado la marcha hacia la farmacia.
-Pues una vez me pasó en el metro y dio la casualidad de que había un médico.
-Huy, qué suerte...
-Menos mal...
-Hombre, yo pienso que siempre alguien reaccionará...
-Pero si me da en mi casa, yo sola, me quedo ahí.
Llegamos a la farmacia. Yo ya había empezado a sospechar, confieso. Pero en la farmacia ya no ha habido dudas.
En lo que venían o no venían a tomarle el pulso, y yo intentaba dejarla en buenas manos, parecía que ella después de todo no tenía intención de quedarse en manos tan buenas.
-Pues muchas gracias, reina. Dime tu número de teléfono, y por lo menos te felicito las pascuas...
-N...no se preocupe... si yo de verdad que encantada... en fin... -decía yo, mientras ella rebuscaba un boli en el bolso- bueno... pues, mire, no sé, creo que tengo alguna tarjeta...
Y se me ha ocurrido la gloriosa idea de darle una tarjeta de mi persona para que se quedara a gusto.
-¡Anda! ¡Eres traductora!
-Hmm... pues... s...sí...
-¡Qué casualidad! ¡Yo también!
-¡Anda! ¡Qué casualidad!
-Yo lo que pasa es que no soy titulada... esto es, que no soy jurada... pero en pequeñas cosas... pues a veces hago... yo es que en realidad soy profesora, pero también a veces traductora, porque ¿tú dónde estudiaste? [blaaaaaaaa... blaaaaaaaaaa... blaaaaaaa], y entonces yo daba clase en Agrónomos , bueno, yo estoy jubilada, pero doy clases privadas de inglés, y siempre me ha gustado lo de traducir, porque ¿tú eres intérprete o simultánea?
-Yo... pues... no sé muy bien a qué se refiere, porque... es lo mismo.
-Que si eres de las que esperan a que hablen o eres simultánea.
-¡Ah! Bueno, en realidad en los dos casos son intérpretes, sólo que el que espera se llama "intérprete consecutivo" y el que habla a la vez, "intérprete simultáneo"
-No, pero en el argot al primero se le llama intérprete, y al segundo, traductor simultáneo -me ha indicado, dictando sentencia-.
Entre que ya llevaba con la señora ni se sabe el tiempo, que yo a todo esto tenía que hacer la compra, y que con la última frase ya estaba claro que íbamos a tener más bien poco que intercambiar, he probado suerte con la frase mágica:
-Bueno, pues ya que está usted en buenas manos, yo me voy a tener que ir...
Más quisiera yo. Antes de concluir el conato de despedida, ella ha continuado la conversación con una pregunta. La mar de enérgica, por cierto y añado.
-Pero eso, qué difícil, ¿no? Los traductores simultáneos...
-Pues... no... en fin... todo tiene su mecánica...
-Pues a mí es que me resulta muy dificil. Porque yo estuve haciendo eso en... bueno... yo... yo soy simpatizante de Vida Ascendente.
-...
-...
-(...¿?)
-(sonrisa beatífica, con previa cuasi-imperceptible duda existencial)
-...
-...entonces estábamos en Lourdes, y bueno, había de todo: de alemán, de francés...
-(Tremolina HUYE. Ya)
-...¡y me pareció muy complicado!
-Pues... ¡¡pues muy bien, hombre, porque siempre están bien las nuevas experiencias! ¡Así sabe si le gusta o no! Y en fin, yo ya la dejo, que me tengo que ir a la compra que si no no voy a tener lista la comida.
Confieso que he estado apunto de añadir, o bien un "para mi marido a las dos y media", o bien un mucho más malévolo "para mi mujer, que la pobre llega cansadísima de trabajar". Pero el caso es que así lo he dejado, mientras poco a poco iba dando pasitos hacia la puerta y ella me decía: "Pues muy bien, si me entero de algo de esto, te aviso..."
Y en el "aviso" ha sido cuando he puesto pies en polvorosa.
Con la iglesia hemos topao.