Fue culpa mía. Escuché a las voces, las hice caso, y no debería haberlo hecho; así que fue culpa mía. Pero ellas, insistentes, no me dejaban en paz. “Deberías hacer algo de ejercicio, Tremo”. “Te estás anquilosando, Tremo, deberías moverte un poco”. “El ejercicio es bueno pa la salud, Tremo”. Qué pesados, si ya hice ejercicio una vez, hace 16 años. El caso es que un día en que debieron de echarme algún tipo de estupefaciente en la bebida, hace ya unos 5 meses, no se me ocurrió otra cosa que meterme en la página web del gimnasio de mi curro y apuntarme a una cosa con nombre de prefecto romano: “Pilates”.
“Las clases de Pilates están completas. Lo situamos en lista de espera”. Comprenderán la lástima que me dio verme liberada del esfuerzo con la conciencia impoluta.
Y me hallaba yo tan feliz en mi retiro espiritual, cuando en esto que me llega un mail en el que soy informada de que ya hay plazas disponibles en los cursos de crucifixión de elegidos. La conciencia me ataca en forma de recuerdo de madre suplicante. Así que me armo de valor y me digo que ya está bien de sopa boba y que la fama cuesta, como decía la profesora de Leroy, y hala venga, y le doy al link.
“Las clases de Pilates están completas. Lo situamos en lista de espera”. Aquí ya es cuando decido que me están tomando el pelo y que en realidad ni hay gimnasio ni hay ná, y que lo publicitan pa tirarse el pisto. No obstante, observo que en el mail se ofrece una alternativa a mi triste destino. “Todavía quedan plazas libres en BBP. Le sugerimos que se apunte a BBP”.
No tengo ni idea de lo que es el BBP. Una compañera me dice que ella estuvo y que es muy aburrido, que la tipa da la clase como si fuera para abuelillas de 80 años, y que se desapuntó al mes. Definitivamente, suena como algo para mí, así que decido tirar la casa por la ventana y apuntarme a BBP, ¡qué narices! Y al jueves siguiente me persono en el mentado gimnasio.
Lo primero que tuve ocasión de observar es que la moda deportiva ha cambiado mucho en estos 16 años, y al parecer, ya nadie lleva mallas y camiseta. Y, también al parecer, no debí de ser la única que se percató de esta inesperada ruptura del contínuo espacio-temporal, ya que diversos ojos se posaron sobre mi atuendo así como indecisos sobre si lo mío era vintage, o demodé a secas.
Y en fin, ahora ya sé lo que es el BBP. Para los iletrados diré que consiste principalmente en encerrar a 8 tíos en una sala con una música atronadora insoportable y torturarlos poco a poco durante 50 minutos. Yo era uno de los tíos. Y la tortura ha surtido efecto: durante 5 días seguidos solo he podido caminar en estilo postparto. También tiene sus consecuencias psicológicas: ahora cada vez que oigo “¡¡¡Aiguan tumufit-mufit!!!” me echo al suelo y me lío a hacer abdominales.
Y en fin, poco más que contarles. He pensado en prender fuego al local. También, en denunciarlos ante La Haya. Cuando me siento débil de carácter, he pensado simplemente en huir sin dejar dirección ni teléfono a mi marcha, por si acaso. De momento, les dedico una tremolina. Se van a cagar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario