Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

domingo, 25 de noviembre de 2012

Políticamente correcto

Me he despertado esta mañana con una tonadilla que alguna vez le oí a mi madre cuando era pequeña y que dice algo así como:

Me casé con un enano, salerito, pa jartarme de reir
ole ahí, pa jartarme de reir.
Le puse la cama en alto,
le puse la cama en al-to-o-ó,
le puse la cama en alto, salerito, y no podía subir.

No se me confundan: no es que suenen las 09:15 en el despertador y una se incorpore ipsofactamente de la cama y se arranque por sevillanas como poseída por María del Monte, no. La cadencia es más bien como sigue:
riiinnnnggg... riiinnnggg... riiinnnggg... hmmmquéee???... riiiingggg... ñññhhmmmmsueññoooo... riiiinnnnggg... quéhora...mmmmecaseconunenano... riiinggg... hmmmpajartahmedereí... hmmmsueñooo...

Al abandonar el lecho va una a prepararse un café, a lavarse la jeta, a ver qué temperatura dice Lagartija que tenemos hoy, y entonces ya hacia el momento de hacer la cama es cuando se manifiesta e identifica en toda su plenitud el tema musical que ha decidido acompañarnos esa mañana.

Bueno, que me enrollo: que estaba yo haciendo la cama y entonces me ha dado por pensar si ahora se aplicará garrote vil a quien le dé por cantar eso en público. Nunca se sabe, en la época de lo políticamente correcto, de la sublimación de las susceptibilidades.

Pues qué quieren que les diga: me cago en lo políticamente correcto. La politicocorreción me parece una mierda, y no me parece mal haber adoptado a Bruce Lee y hasta al McDonalds de los USA, pero me parece que hemos sido unos gilipollas admitiendo la tontería esta en el lote.

Qué quieren que les diga. Me parece que la exaltación de lo políticamente correcto crea sociedades enclenques y sobre todo muy, muy aburridas y ñoñas. Y mediocres, por consiguiente. Y grises. Y personas débiles, muy débiles, colmaditas de complejos e inseguridades que les prohíben centrarse en lo verdaderamente importante de sus vidas.

Qué quieren que les diga. Quizá yo ahora no sería la misma si en el colegio no me hubieran llamado "jirafa", "marmota" o tantos otros ejemplos de la flora y fauna, imagino. Y tampoco lo recuerdo como un gran trauma, la verdad: imagino que la crueldad infantil es una parte más del aprendizaje, necesaria para aprender a lidiar con la crueldad adulta. Obviamente, recuerdo que no me hacía putagracia que me llamaran así, pero si abro la fiambrera de los recuerdos escolares, no es éste precisamente el primero que se me pasea por la memoria. Quizá porque a la tercera marmota has aprendido, o te han enseñado, a hacerle una buena gaonera.

Así que paso. Reivindico mi derecho a referirme a alguien como "el chino" desde el más profundo afecto. Y al cojo, y al guiri, y al calvo. Que hagan lo propio conmigo: me parece bien. Los efectos que sobre mí tenga lo que me llamen, al fin y al cabo, se los pongo yo. Y cuanta más gaonera, más arte.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Cómo unir en una misma crónica a Nestlé, el ministro Soria y los albanokosovares

Hallábame en un tranvía de aire retro esta mañana descendiendo la hermosa Kohlenberg cuando, a la altura de la central plaza de Barfüsser, me ha saltado a la retina una cosa negra garabateada con aerosol del gordo sobre la fachada del McDonald's. "Kosovo ist Serbia. Gotovina Kriegsverbrecher*", rezaba el aullido, que ocupaba (ocupa) toda la fachada.

Mi mitad suiza ha sentido unos segundos de repulsa, los justos hasta que mi mitad española le ha saltado por encima sugiriendo cierto alboroto entusiasta, así como de nene de cinco años de edad, ante la idea de que esta ciudad libre de graffittis caseros (al menos en su centro histórico) se viera de repente bautizada en plena puerta del sol por tan tremebunda caligrafía.

Mientras mi Helvetia y mi Hispania particulares andaban a la gresca, yo me he puesto a pensar en mis cosas. En lo representativa que es esa pintada en una ciudad como esta. Una ciudad que tiene vuelos directos a Pristina de diferentes compañías (entre ellas, Easyjet), y todo un barrio lleno de negocios y locales albanokosovares. ¿De dónde se habrá escapao el serbio ese?

El caso es que últimamente estoy descubriendo el lado más salvaje de la vida suiza. Pa que luego digan que todo es paz y aburrimiento. El sábado pasado sin ir más lejos, en un bar, pedí un Nestea. La camarera apareció con una suerte de "san francisco" estilo año 67, de rosado aspecto.
-Disculpe, yo había pedido un Nestea.
-Ya, pero Nestea es de Nestlé, y Nestlé es el mal. Así que le he traído esto, que es casero y es bueno. ¿No le gusta?
El San Francisco sabía a rayos, pero la situación me pareció tan surrealista que decidí quedarmelo y poder contarselo a mis nietos con total integridad.

Pero eso sí, una cosa les digo, y en esto gana mi mitad suiza por goleada: prefiero el ir de frente que tiene esta gente, que no las tomaduras de pelo que se gastan ustedes. Su ministro de Turismo me pone ahora en la tele un anuncio cuyo eslogan es "Descubre tu país y siéntete como en casa", y según las imágenes, una de las cosas que me invita a descubrir es el Peñón de Vélez de la Gomera, que es un enclave militar no visitable, unido a la costa marroquí por un brazo de tierra. Amigo Soria: al menos a los lugares lejanos donde sólo encuentro mosquitos me dejan llegar.


*Kriegsverbrecher: criminal de guerra