Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

viernes, 10 de septiembre de 2010

El aro

El aro es una circunferencia tendente a estrecha y desplaciente, tirando incluso a maloliente, tipo esfínter, que individuos y sociedades se ven obligados a atravesar en momentos desfavorables, a fin de evitar males mayores, cuando la única salida alternativa supone la hecatombe. Y aquel que nos invita a atravesarlo, vara de avellano en mano, bien lo sabe.

La Historia está repleta de ejemplos de pasadas por el aro, que han ido conformando, a lo largo de los siglos, el mundo tal y como ahora lo conocemos. Mundo que sigue moviéndose al compás de nuevas pasadas por el aro, habida cuenta de que el uso y la costumbre lo han refutado como método eficiente en la mayoría de los casos, pues, apoyado en la tergiversación y, más aún, en el olvido que proporciona el paso del tiempo, sólo unos pocos desviados acaban teniendo en mente al cabo de una o dos generaciones que la consecución de los éxitos se logró gracias al viejo método de pasar por el aro. Y esos desviados, de cara a esa nueva sociedad, no alcanzan a ser más que cuatro locos que dan el coñazo cada equis por vete tú a saber qué quieren y de qué se quejan. Sólo en mínimas ocasiones logran siquiera el título nobiliario de “agitadores”. Que al menos les sirve para salir por la tele quince segundos.
Irlanda pasó por el aro, dejándose un trocito de país a fin de ganar al menos la independencia del trocito más grande.
España pasó por el aro a la muerte de Paco, firmando las “leyes de la amnesia”, porque era mejor que otro sainete a dos bandas.
El Sahara y todos sus contertulios pasaron y pasan por el aro tras la Marcha Verde.
Los dirigentes palestinos llevan décadas pasando por un aro cada vez más angosto.

Lo malo de pasar por el aro estriba en que, desgraciadamente, a aquel individuo o sociedad protagonista de la acometida a través del redondel no tiende a olvidársele tan fácilmente el asunto, y basta que la tornas en algún momento se den la vuelta, o viren mínimamente, para que el recuerdo de semejante humillación se sume a la razón moral que, antes de atravesarlo, poseía sobre el hecho originario en cuestión, para que la reacción sea tan virulenta como nunca antes. Cierto que esto, para sosiego del orden mundial, no ocurre muy a menudo. Pero a veces, pasa. Mucho se han estudiado los efectos de las estrictas condiciones de paz impuestas a Alemania tras la I Guerra Mundial y la responsabilidad de las mismas en el nazismo posterior.

Hoy es 2010 y sigue habiendo aros diversos que atravesar. Dice el periódico de ayer que Serbia ha “reconocido” que la independencia de Kosovo no fue ilegal. Me la imagino en una sala de un ministerio, con una lámpara deslumbrándole los ojos, exclamando “¡sí, es cierto, yo escribí el Quijote y la independencia de Kosovo no fue ilegal, pero por dios déjenme ya participar del mundo y sáquenme del aislacionismo este al que me tienen relegado!”
Amén del absurdo de pretender (y fingir) por parte de la internacionalidá un Kosovo independiente*, lo que me indigna no es que Serbia comulgue con esta misma teoría: me parece, de hecho, muy lógico que lo haga. Es la única forma de que lo admitan en el club (si lo admiten, porque hasta la fecha, ella ha venido cumpliendo su parte, aquello que se le ha ido exigiendo, mientras que por nuestra parte no le hemos dejado más que oler de lejos la zanahoria). Lo que me indigna es la hipocresía con la que nosotros, el mundo civilizado, adalid de la paz y la concordia, le emplazamos a “reconocer” la legalidad del asunto. Cuando de legal ni tiene ni ha tenido nunca nada, y la mentada independencia se da de bruces con los tratados internacionales en general y la resolución de la ONU para Kosovo en particular, esa en la que precisamente dice apoyarse.

El mundo gira y la geopolítica se mueve, y eso es y ha sido siempre así. Siempre habrá quien gane, y siempre habrá quien pierda. Pero acompañarlo de la humillación demagógica revestida de moralidad me provoca náuseas. Pasar por el aro es necesario. Pero pretender que sea moralmente admirable es avergonzante. Sobre todo, para quien lo pretende.


*Para curiosos que quieran saber a santo de qué digo esto, les sugiero la lectura de esto otro, especialmente los epígrafes referidos a “Futuro de Kosovo” y “Presente de Kosovo”

3 comentarios:

Ana Victoria dijo...

Una servidora, a la que señalan de proserbia en un pretendido todo peyorativo que, francamente, no consigue su efecto, está de acuerdo con vuesa merced, querida Tremolina.

Txetun: dijo...

No me gusta alimentarle el ego, que luego no hay quién la soporte... pero he de reconocer que éste, como casi todos los artículos/entradas/posts/tremolinadas/"como diantres quiera llamarlos" sobre política/relaciones internacional me ha encantado. Que conste que la propuesta matrimonil (creo que la segunda o tercera que me hace desde que nos conocemos) no ha influido para nada en mi parecer.

Un saludín.

La Tremolina dijo...

Y evidentemente, apenas unos días después...
http://www.elpais.com/articulo/internacional/UE/abrira/proceso/adhesion/Serbia/octubre/elpepuint/20100914elpepiint_2/Tes

"La UE abrirá el proceso de adhesión de Serbia en octubre"