Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

martes, 31 de marzo de 2009

El amigo historiador

Esta sociedad seguirá a la deriva mientras la figura de el amigo informático siga siendo más valorada que la de el amigo historiador. Uno se permite el atropello continuo de llamar a Juan el Informático, para gran desesperación de Juan, a la sazón, que no es informático sino programador y no tiene ni puñetera idea de por qué el güindous te suelta eso de connection default; y sin embargo jamás se toma la molestia de llamar a Ernesto el Historiador, antes de opinar a voz en grito sobre si las tropas de Kosovo o los americanos siempre jodiendo o hay que ver los afganos qué gente o nos vamos a enterar cuando los chinos den un salto todos a la vez, estos soviéticos.

No sabemos arreglar un connection default, que es algo propio de un aparato que manejamos todos los días, pero sí sabemos sentar cátedra sobre el Oriente Próximo, o mejor aún, sobre el lejano, que es algo que ni siquiera nos explicaron en el instituto. Nos permitimos presumir de ignorancia en aquello donde probablemente no lo seamos tanto, y sin embargo, ni siquiera consideramos lo mucho que incurrimos de forma flagrante en ella al dictar sentencia sobre temas en donde realmente sí lo somos.

El pobre Juan, saturado sin remedio, y el pobre Ernesto, suspirando por las esquinas. Reivindico la figura del historiador como guía espiritual de nuestras afirmaciones, y espero que algún día llegue cuanto menos a ser reconocida en la medida en que son reconocidos en la actualidad los informáticos.



-Biiiip… biiiiip…
-¿Sí?
-Ernesto, tronco, que me ha salido delante una foto de un tío con bigote, y no sé qué hacer.
-Bueno, calma, calma… ¿está en blanco y negro?
-Sí, tío, sí. Date prisa, que me estoy poniendo nervioso.
-Tranquilo, hombre, que eso te lo arreglo yo en un guá. Hmmm... en blanco y negro. ¿Le has dado a algún sitio? ¿Dónde has tocado? No habrás abierto El Capital, ¿no?...
-No, no, que vá, tío, no he tocado nada. Estaba ahí leyendo chistes reenviados y me ha salido esto. Ay madre, ¡¡¿no será un dictador que me borre el disco duro?!!
-¿Pone algo en ruso?
-No
-¿Y es negro, el tío?
-No, tampoco
-Y no pondrá algo en español… “una grande y libre”, “tú lo que quiere es que me coma el tigre”… cosas de estas...
-¡No, tío, no pone nada! Sólo es un tío con bigote que parece pintado, un sombrero ridículo, y mirando parriba.
-¡Ah bueno! ¡Entonces ese es Groucho Marx! No te preocupes, es inofensivo. Dale a guardar, y listo.

martes, 17 de marzo de 2009

Cu-cu... Trás

Josef Fritzl se tapa la cara con un archivador azul, demostrando que las verdades absolutas que se aprenden en la más remota infancia, perduran para siempre: si te tapas los ojos, ya no te ve nadie, ya no estás. Cu-cu… trás.

Qué verdades absolutas habrán aprendido sus hijonietos en la más remota infancia.
Que la Tierra tiene 50 metros cuadrados, y todos esos libros donde dicen que es plana, se equivocan.
Que tu padre es tu abuelo y el Espíritu Santo, que se lleva a algunos de tus hermanos al cielo, escaleras arriba, al poco de nacer.
Que un día dura lo que duren los filamentos de bombillas Philips.
Que parece ser que en la Tierra hay más gente, a juzgar por los señores esos de casco y metralleta que están entrando por la puerta.

Soy incapaz de siquiera acercarme a imaginar todo lo que habrá pasado por las consciencias, las coherencias, los raciocinios y los aparatos digestivos de esas personas al ver la primera brizna de césped, una tras 24 años, otros tras lo que dure una vida.
Descubrir la evolución de 1984.
Los húngaros pueden venir a vernos.
Los malos ahora son los árabes.
Y Michael Jackson.

Y en esta evolución de 1984 existe un nuevo monstruo, llamado televisión. La televisión, que está en todas partes y quiere tu cara. Y te da dinero, y muestra a tu padre en cada pantalla, y tiene una novia en cada puerto, en cada juzgado, en cada vecina.
Y la insalvable verdad de haberse erigido uno en mono de feria.

Cu-cu… trás.

lunes, 16 de marzo de 2009

Los gatos

Redacción: los gatos

Los gatos son unas cosas peludas y con piernas que andan hacia delante y se chupan la manos. Tienen por costumbre engancharse en el cuero, la tela o la pana de los sillones y sembrar pelito por alfombras y camas. A algunas personas les gustan los gatos y entonces quieren cogerlos y agarrarlos y los gatos hacen bbbbbbfffffffff y no se enganchan en el cuero de los sillones sino en la piel de las personas.
Los gatos son muy listos y saben lo que les gusta a las personas y cuando las personas tienen un jersey azul con triangulitos que les gusta mucho pues a los gatos también les gusta y se cuelan en los cajones para rendir pleitesía al jersey que les gusta mucho y que también te gusta a ti y para ello hacen pis en el jersey y también firman con las uñas.
Pero a los gatos nunca les gusta el jersey verde con lunares que pones en el suelo aposta para que hagan pis en él.

Los gatos también son unos animales que se van de casa con sus amigos y vuelven para comer pero si no tienes whiskas para darles no vienen para comer y ya no vuelven nunca más.

Y eso son los gatos.



(Dedicado a Rony, en su patidifúsica ocurrencia de querer agenciarse un gato)

jueves, 5 de marzo de 2009

Madrid no tiene tundra

El jodío del tedio ha vuelto hoy a por mí. Habrá ido a mi antigua oficina, se habrá enterado de dónde trabajo ahora, habrá cogido un taxi, y aquí se ha plantado, en la 3ª planta, con su hatillo y su sombrero.
Cuando le he visto aparecer por el pasillo, directo hacia mi mesa, silbando, no me lo podía creer. “Cómo cojones ha dado este desgraciado conmigo”, pensé, mientras miraba alrededor en busca de refugio. Pero no ha habido tiempo. Ha tirado el hatillo parriba, ha vuelto a trepar por la pata de la mesa haciendo gruuuummmpppffff, se ha sentado en el borde dejando las piernas colgando, ha girado la cabeza para mirarme, y me ha dicho: “Bueno, qué. ¿Te tiro de los pelos ya, o te pones con La Tremolina?”.
Así que he mirado hacia delante, a la pantalla, y me he puesto a aporrear el teclado sobre un documento .doc. Nada que ver. No se disfruta lo mismo, la verdá.

En fin, qué les cuento. He visto a Fidel Castro con un chándal de Adidas en una fotografía. Qué quieren que les diga: a uno se le caen los cimientos de la civilización con esto. Yo, que provengo de la Guerra Fría, con un mundo de soviéticos vs capitalistas y los de en medio pillando de los dos laos en la medida de lo posible en lo que caían las bombas atómicas de ambos, pues ante estas vicisitudes me despisto y se me caen las estructuras de las cosas. Como si a Ho Chi Minh lo soltaran en un Mercadona. Pues se despistaría, el hombre. Me aparece Fidel con un chándal de Adidas y lo siguiente es ver a Reagan de vacaciones en un koljos. Con una piña colada, cual playas de Malibú.

Y hablando de playas, nunca he entendido por qué las gentes del mundo lamentan que en Madrid no haya playa. “Ay, está muy bien, pero le falta la playa”, “es que Madrid no tiene playa”… Coño, tampoco tiene tundra, y no creo que llegue al 2% el porcentaje de capitalinos que se despierta todos los días pensando en eso. “Ay, si Madrid tuviera tundra”, “la lástima de irte a vivir a Madrid es que no tiene tundra”… y el metro abarrotado de ojos llorosos cada lunes por la mañana porque Madrid no tiene tundra. Pues no, ciertamente Madrid no tiene playa, ni los desagües de la ducha llenos de arenilla, ni el cuerpo pegajoso todo el verano, ni la necesidad de comprar agua embotellada, ni la imposibilidad de seguir caminando hacia delante, que es lo que para mí, ente de interior, significa una costa.
Porque no olvidemos las limitaciones que suponen las mismas, muy clarividentemente expresadas por mi vecino Jorge a los 4 años de edad: “Los chinos no pueden tener muchos hijos porque como son muchos, no caben, y se caen al mar”