Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Principios y finales

Hoy La Tremolina cumple un año. Parece que fue ayer (que dice la frase hecha y rehecha) cuando una se ponía enfrente de esta cosa "elija fondo > personalice texto > ya tiene su bló" y le daba por escribir sobre la vuelta del break-dance (poco iba a saber yo entonces que Buenafuente, como siempre, me copiaría de cara a Eurovisión >D).

En este rato, han sucedido diversas banalidades de las que les he ido informando puntualmente, y ustedes han ido surgiendo de entre la nada (unos por coacción, otros por generación espontánea) y se han acomodado entre estas páginas, para regocijo de su dueña. A este respecto, quiero entregar públicamente el Sugus de Piña de Oro a la Sra. Díaz, que calladita, calladita, encabeza el ranking de oteadores tremolineros, desde su Rostock de adopción. O eso, o las cincuenta y tantas visitas al mes provenientes de Rostock se deben a un club de fans del que no tengo constancia. Asimismo gracias a Barcelona y a Santiago de Chile, que se disputan el segundo puesto. Muchas gracias igualmente a los que pasean de vez en cuando, y, por supuesto, a los comentaristas más y menos habituales, que son la sal del ciberespacio. No me olvido del visitante de El Puerto de Santa María, ese que probablemente llegó por error y que nunca volvió a pisar, y que tiene artículo en su honor y todo.

En fin. El año termina, La Tremolina hace pucheritos en su cuna, y cada cual tiene su forma de celebrarlo. En Valencia tiran petardos y queman ninots. En Israel también. En Madrid nos apechugamos unos contra otros en la Puerta del Sol para ahorrar calefacción.

Sin embargo hoy, en que La Tremolina cumple un año y que el mundo celebra el fin del mismo y la llegada de uno nuevo, es también el día que ha escogido mi semiabuela para morirse. Cae así el penúltimo bastión castizo, la penúltima representación del habla chulapón, la penúltima persona que me preguntará por "el que me acompaña", en lugar de preguntarme por "mi novio". Y que me dirá que qué buen mozo, y que "me lo administre". "Porque anda, maja, es muy bonito que a una le digan lo lista que es, y lo maja que es, y que es la más guapa del mundo, aunque no lo sea". Cae mi semiabuela y serán ya pocas las personas en el mundo que tengan amigas que la visiten cada tarde.

Así que permítanme que me retire unos minutos entre bambalinas. Por mi parte, y hacia ustedes, sólo me queda insistir en la misma idea: Gracias por venir.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Patitas de rana y otras reflexiones

En el artículo anterior, que es el que ustedes encuentran después de este (misterios del espacio-tiempo), hay un comentario en el que se me emplaza a lamerme las heridas a base de batracios.

La forma de la exhortación ha anulado completamente mis capacidades psicomotrices durante un total de cuatro segundos, y ha conseguido que se tambaleen con tremenda virulencia los pilares sobre los que se asientan las verdades universales que he aprendido en la infancia.

Sana, sana, patita de rana. ¿Cómo que patita de rana? ¡patita de rana? ¡El sintagma que corresponde a esta locución siempre ha sido culito de rana! ¡Culito de rana, caballeros!

Comprendo que algunos de ustedes puedan encontrar mi reacción desmedida. Pero las tornas de su punto de vista cambiarán drásticamente si les digo que no hace ni dos semanas que mis oídos captaron la siguiente expresión:
sana, sanita, culo de ranita

Ante la gravedad del hecho, y la constatación de que existe un mundo plural a este respecto, no puedo sino iniciar una investigación profunda que trace las fronteras paralingüísticas del asunto, a fin de que la sociedad hispanohablante sepa en cada momento qué combinación utilizar en sus viajes por esta nuestra vasta geografía.



Entretanto, me he entretenido pensando en las Olimpiadas. En lo aburrido que tiene que haber sido retransmitir la natación en los Juegos Olímpicos de este año.
Y los jamaicanos. También he pensado en los jamaicanos. Que pa qué corren tanto, si al final siempre van a encontrar agua.

sábado, 27 de diciembre de 2008

Sangre que hierve

Acabo de tener ocasión de ver en la televisión (concretamente en Telemadrid) la película Sangre de Mayo, y me veo en la imperante necesidad de realizar una crítica cinematográfica.

Creo necesario, antes de nada, felicitar a José Luis Garci porque ha conseguido superarse, algo que parecía poco probable. Si últimamente sus películas eran cada vez peores, con esta ha conseguido traspasar la simple mediocridad e instalarse en la auténtica mierda (con perdón, si hay lectores susceptibles de sentirse incómodos ante la mención del producto intestinal).

Sí, ha conseguido superarse. De principio a fin. Empezando por la elección del cuerpo actoral, en el que a un actor como Quim Gutiérrez, nada desdeñable en Azul oscuro casi negro, se lo cree uno en su papel por mera simpatía; o el desfile de rostros televisivos de toda índole que pasea por doquier, al margen de sus capacidades laborales. Aunque esto puede resultar útil, porque, siendo tan mala la película, uno al menos puede entretenerse con la familia montando una timba de a ver quién adivina en qué serie salía este. En fin, en este aspecto sólo he echado en falta a Elsa Pataki para el pleno al quince. Y a algún que otro olvidado más de Al salir de clase.

Qué decir tambien sobre el guión. Glorioso. Un gaditano de tronío que declama el texto coma por coma. Una ser humana del año 1808 que usa expresiones como "este puto hilo". Y un largo etcétera. Garci, alma de dios, que podías haberte ahorrado este vapuleo contratando a los asesores de Amar en tiempos revueltos. Y con ese afán por las series, seguro que hasta te hacían descuento.

Y sin embargo, ¡ay!, cuando lo creía todo perdido, cuando pensaba que ya no era posible sino la indignación absoluta ante esa sarta de gilipolleces tópicas y tergiversadas al respecto de Madrid y sus madrileños y el heroico 2 de mayo, cuando llegué a aceptar que lo mejor del filme habían sido los treinta minutos de presentación del mismo en la mentada cadena de televisión con la fundamentalista católica de Esperanza Aguirre al frente de cada imagen del pseudo-documental, cuando tan convencida estaba de que la única salida viable a esta situación era arrojarme por la ventana al grito de ¡¡banzai!! ante semejante "remake" de Marcelino pan y vino y Nobleza baturra... llegó la última sucesión de fotogramas. Esa en la que se nos muestran las torres de la Ciudad Deportiva desde diferentes ángulos, amén de otras escenas del Madrid modenno y cosmopolita. Madre de dios.

Comprendo ahora que haya salido por televisión escasos meses después de estrenarse la película, y que se retirara de los cines escasos días después de estrenarse en ellos, si me apuran. Ay, Garci, Garci, con lo que tú tienes a las espaldas, con ese Volver a empezar o ese El Abuelo, ¡o habiendo sido guionista de La cabina!, ¿cómo me haces estas cosas?. Mira que en breve te veo como a Sánchez Dragó. De bufón de la corte.

Y que conste que yo seguía con gusto tu programa.


En fin. Como ustedes no se merecen este regusto amargo con Garci y la Aguirre paseando cual Heidi y Pedro por estas páginas, les dejo aquí un, este sí, gran momento de la televisión española. Que ustedes lo disfruten (o no).

jueves, 18 de diciembre de 2008

Vida ascendente

Esta mañana he hecho una amiga nueva. O, mejor dicho, una amiga nueva me ha hecho a mí.

Nos encontrábamos mi carrito de la compra plegable Rolser y yo a bordo de un Circular, autobús éste que se caracteriza por dejarnos en el supermercado Día más cercano, cuando la señora que se hallaba en el asiento detrás de aquel que ocupaba yo, el cual a la sazón era el primero después de la puerta de salida, se ha incorporado y ha exclamado:
-Ay, que me mareo.

Mis reflejos han acudido solícitos en su auxilio, manifestándose en forma de mano que la agarra del codo y le sugiere:
-¿Se quiere usted sentar?

-Ay, no... no... si es sólo un vahído... pero es que llevo marcapasos, y...
-No se preocupe: yo me bajo con usted.

Así que nos hemos bajado los tres: la señora, la que suscribe y el carrito Rolser, en pleno Corte Inglés de Argüelles; ella ha bajado bastante ufana, para mi sorpresa, pero a los tres pasos se ha dirigido rápidamente hacia una farola, a la que se ha aferrado con unción.
-Venga, no se preocupe, vamos ahí a la marquesina y nos sentamos.
-Sí... bueno... ay hija, lo siento... es que llevo marcapasos...
-No se preocupe usted, faltaría más.

La he dirigido a la parada de autobús, he pedido a la concurrencia que nos dejaran aposentarnos (más bien a ella), y ella me ha comentado que no sabía si irse a la Concepción.
-(...)
-(...)
-La Concepción... Me pilla usté ahora mismo, no la sitúo...
-¡La Concepción! -me ha dicho, señalándome en una dirección tó palante. - ¿Tú tienes reloj con segundero?
-Pues... sí...
-Pues cuenta a ver -e inmediatamente se ha buscado el pulso.

Yo, que en estas cuestiones no estoy muy ducha pero soy harto obediente, me he puesto a contar. Cinco. Diez. Quince. Veinte. A las veinticinco me he dado cuenta de que no sabía qué estaba contando. Treinta. ¿Me dirá ella cuándo parar de contar? Treinta y cinco. Pues ella no dice nada. Cuarenta...
-Pues ahora mismo es un minuto -le he hecho saber, al cabo de sesenta segundos, y esperando que fuera la respuesta correcta.
-Huy. No sé. ¿No te has pasado un poco?
-No, señora.
-Pues es que me noto... no sé... es que...
-Bueno, no se preocupe, mire: ahí hay una farmacia. Si quiere vamos y nos quedamos más tranquilas.
-Pues mira, sí.
Y así es que hemos iniciado la marcha hacia la farmacia.

-Pues una vez me pasó en el metro y dio la casualidad de que había un médico.
-Huy, qué suerte...
-Menos mal...
-Hombre, yo pienso que siempre alguien reaccionará...
-Pero si me da en mi casa, yo sola, me quedo ahí.

Llegamos a la farmacia. Yo ya había empezado a sospechar, confieso. Pero en la farmacia ya no ha habido dudas.
En lo que venían o no venían a tomarle el pulso, y yo intentaba dejarla en buenas manos, parecía que ella después de todo no tenía intención de quedarse en manos tan buenas.
-Pues muchas gracias, reina. Dime tu número de teléfono, y por lo menos te felicito las pascuas...
-N...no se preocupe... si yo de verdad que encantada... en fin... -decía yo, mientras ella rebuscaba un boli en el bolso- bueno... pues, mire, no sé, creo que tengo alguna tarjeta...
Y se me ha ocurrido la gloriosa idea de darle una tarjeta de mi persona para que se quedara a gusto.

-¡Anda! ¡Eres traductora!
-Hmm... pues... s...sí...
-¡Qué casualidad! ¡Yo también!
-¡Anda! ¡Qué casualidad!
-Yo lo que pasa es que no soy titulada... esto es, que no soy jurada... pero en pequeñas cosas... pues a veces hago... yo es que en realidad soy profesora, pero también a veces traductora, porque ¿tú dónde estudiaste? [blaaaaaaaa... blaaaaaaaaaa... blaaaaaaa], y entonces yo daba clase en Agrónomos , bueno, yo estoy jubilada, pero doy clases privadas de inglés, y siempre me ha gustado lo de traducir, porque ¿tú eres intérprete o simultánea?
-Yo... pues... no sé muy bien a qué se refiere, porque... es lo mismo.
-Que si eres de las que esperan a que hablen o eres simultánea.
-¡Ah! Bueno, en realidad en los dos casos son intérpretes, sólo que el que espera se llama "intérprete consecutivo" y el que habla a la vez, "intérprete simultáneo"
-No, pero en el argot al primero se le llama intérprete, y al segundo, traductor simultáneo -me ha indicado, dictando sentencia-.
Entre que ya llevaba con la señora ni se sabe el tiempo, que yo a todo esto tenía que hacer la compra, y que con la última frase ya estaba claro que íbamos a tener más bien poco que intercambiar, he probado suerte con la frase mágica:
-Bueno, pues ya que está usted en buenas manos, yo me voy a tener que ir...

Más quisiera yo. Antes de concluir el conato de despedida, ella ha continuado la conversación con una pregunta. La mar de enérgica, por cierto y añado.
-Pero eso, qué difícil, ¿no? Los traductores simultáneos...
-Pues... no... en fin... todo tiene su mecánica...
-Pues a mí es que me resulta muy dificil. Porque yo estuve haciendo eso en... bueno... yo... yo soy simpatizante de Vida Ascendente.
-...
-...
-(...¿?)
-(sonrisa beatífica, con previa cuasi-imperceptible duda existencial)
-...
-...entonces estábamos en Lourdes, y bueno, había de todo: de alemán, de francés...
-(Tremolina HUYE. Ya)
-...¡y me pareció muy complicado!
-Pues... ¡¡pues muy bien, hombre, porque siempre están bien las nuevas experiencias! ¡Así sabe si le gusta o no! Y en fin, yo ya la dejo, que me tengo que ir a la compra que si no no voy a tener lista la comida.
Confieso que he estado apunto de añadir, o bien un "para mi marido a las dos y media", o bien un mucho más malévolo "para mi mujer, que la pobre llega cansadísima de trabajar". Pero el caso es que así lo he dejado, mientras poco a poco iba dando pasitos hacia la puerta y ella me decía: "Pues muy bien, si me entero de algo de esto, te aviso..."
Y en el "aviso" ha sido cuando he puesto pies en polvorosa.

Con la iglesia hemos topao.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Tronco, yo no corono rollos con bombo

Tengo un problema. Un problema que se agrava al llegar estas fechas. Y es que yo no juego a la lotería. Y eso me produce un gran handicap social. Como lo de no beber vino.
Ni cerveza.

Paso por Gran Vía y esquivo las ingentes cantidades de gente que sitian a doña Manolita por todos los flancos (porque la cola da la vuelta hasta esquinas inimaginables). Y nada. No me pone nada.

Mi hermana, siete años menor, juega. Y esto me provoca el mismo complejo insípido que el hecho de que ella tenga carné de conducir desde los 18 años, y yo siga con mi vehículo ecológico a base de femorales. Y es que ella es una mujer de la vida, un mujer de la actualidad, una mujer de la posmodernidad, y yo una de edad moderna tardía tirando a contemporánea, que dijo uno. Yo muy bien sería el profesor de la República que incita a sus alumnos a recapacitar sobre la naturaleza de la babosa, y ella, la más admirada trilera de Benidorm. E iría por la calle tarareando: "Ies... que... yo! larala-lá, amo la vida y amo el amor...". En fin, cada cual nace como nace, cada uno es de su padre y de su madre.


Sin embargo, y a pesar de todo, y esto es lo que me tiene a mí en suspenso, sucede que puntualmente me llegan participaciones de lotería. Sé que se llaman así porque lo pone arriba y yo reflexiono al respecto y concluyo que este será el nombre que normalizadamente reciba el pequeño documento rosado en DIN A-8. Pero, en el fondo, desconozco en qué consisten. Sólo sé que en torno al 7 de enero mi madre me dice: "bah, los puedes tirar todos, no ha tocado nada". Y yo los echo a reciclar.

Pero últimamente me pregunto qué ocurrirá cuando ya no pueda refugiarme más en el concepto hija de Julia y el prójimo pase a considerarme unidad familiar en mí misma. De hecho, demasiado creo que me han dejado ya en tan cómodo batiscafo. ¿Qué ocurrirá entonces? Las unidades familiares ajenas que puntualmente envían participaciones esperarán que las envíe yo también, y entonces llegará el Armagedón.

Y yo me despierto cada noche empapada en sudor, justo en el momento en que salto al mostrador de doña Manolita vestida de carlista y grito, bayoneta en mano:
-¡¡¡Le dije que acabara en siete!!!"

jueves, 11 de diciembre de 2008

Gabriele va a cambiar tu vida

Estimados buscadores del Santo Grial Antilaboral, del elixir del eterno paro, de El Dorado del ocio... habéis de saber que esta que suscribe, en su magnificiencia, os confesará un hecho que no por público será menos admirable. Y es que yo... lo he encontrado. A Él. Al Santo Grial, al Elixir, a El Dorado. He encontrado -por fin- la forma excelsa de vivir muy bien sin pegar un palo al agua.

Vi la luz en un avión, haca ya unas semanas, cuando una amable azafata de Alitalia me ofreció, en lo que luego interpreté como una excusa premonitoria a cambio de perderme las maletas, un New York Times. Como ya sabe el fiel lector que siga las enseñanzas de esta vuestra guía espiritual en las distintas entregas, yo soy mujer de mi tiempo y sé que el New York Times marca el biorritmo de los negocios del mundo mundial. Los franceses creen que esto lo hace el Le Monde, pero es sólo porque aún no se han repuesto del trauma de que el siglo XIX haya concluido y no sea su idioma lo que aprenden las gentes, sino esa otra lengua bárbara insular. Abajo Robespierre, arriba Adam Smith.

Total, que yo presto plena atención a los artículos del periódico, a sabiendas de que uno de ellos ha de ser crucial para mi desarrollo como homo economicus. Y de repente, en la página 19 de la edición especial internacional de fin de semana... ahí está. ahí aparece, ante mí, Gabriele. Con su canto de sirenas. Y la promesa de una vida sin igual, exclusiva, diseñada para mí... con la única condición de reunir en mi ser los requisitos deseados. Sí... yo creo que sí. Yo creo que puedo ser material intercambiable y ponderable para un matrimonio de elite.


Gabriele me mira desafiante desde su fotografía. En Suiza, de donde su empresa es originaria, no te dejan abrir una cuenta de banco así por las buenas, "hola, bonjour, guten Morgen, que venía yo a preguntar si cobran por la cuatrobé, mire que tengo intención de ingresar la nómina". Así que resulta lógico que uno tampoco pueda casarse así por las buenas. "Hola, bonjour, guten Morgen, que quería yo contraer matrimonio con Rosamunde porque es que la quiero mucho". Pues bien, Gabriele, acepto el reto, quiero esa vida de postín, quiero llevar bikini de piel al lago Constanza, quiero recoger el testigo que dejó Sissi al fallecer en tus riberas ginebrinas.

Repaso el primer anuncio. "EL PRESIDENTE del CONSEJO de un HOLDING DE RENOMBRE MUNDIAL. Un cautivador Ciudadano del Mundo, con un encanto que desarma, humor, generosidad y específica sustancia humana [cito textualmente], de unos jóvenes 60 años, 1,90 de altura, reside principalmente en el Sur de Europa en una de las zonas privilegiadas. Experto en Relaciones Internacionales y Mercados Financieros, excelente golfista y tenista, adicto a los coches de gran cilindrada... y al que simplemente le encanta y sabe... ¡cómo disfrutar de la vida! que considera el matrimonio como LA institución privada vital. Él es uno de los hombres sinceros y disponibles..."

Bueno, no pone que sea un excelente acordeonista, pero me lo podría plantear. Tengo el pelo corto así que el viento no me lo iba a despeinar en el Lamborghini. Además, si dice lo del sur de Europa, que es golfista, y que pese a su excelencia en mercados financieros y relaciones internacionales aún le queda tiempo para alcanzar la excelencia también en golf, es que sin duda vive en Andalucía, así que me pilla cerca de casa.

Pero, ¡qué veo! ¡Si también hay anuncios relativos a féminas! Bueno, sé que muchos de ustedes, oh machos lectores que se están preguntando ahora mismo qué hacen en esa su oficina de cuarto piso frente a un ordenador en lugar de estar adquiriendo automóviles de alta cilindrada, esperan ávidos información a la que puedan sacarle el jugo y opositar a candidato para Gabriele. No se preocupen, aquí va la reseña de la fémina:

"Joven de 26 maduros años, DIPLOMÁTICA, de fantástico aspecto, Licenciada y Doctorada en Economía, Historia, Ciencias Políticas, Neurolingüística, Psicología, Ballet. Escuela de modelos -¡su rostro dejaría k.o. a los mejores productores de cine! ¡Habla de modo fluido 6 idiomas y definitivamente es una entre un millón...! Esquiar en Tinges y los estudios artísticos en Venecia son algunas de sus múltiples actividades; sus conocimientos, pasión, raciocinio y excelente carácter son tan impresionantes como su belleza. Una mujer cuya composición se basa en unas cualidades fuera de serie y una inteligencia madura, que ha decidido que su futuro marido, de miras internacionales, sea de una edad de hasta algo más de 50 años. Definitivamente, una oportunidad DE LAS QUE SE PRODUCEN SOLO UNA VEZ EN LA VIDA."

Vaya. Otra que no toca el acordeón.

En cualquier caso, mis queridos feligreses, si veis que con este imput se os abre un mundo de posibilidades a vuestra medida, podéis visitar la página de Gabriele: http://www.worldwide-elite.com/
Decidle que vais de mi parte.
Y ni un gesto de extrañeza si saca el tema de los doce títulos académicos que ostento.

martes, 9 de diciembre de 2008

Se vende La Tremolina

Miren lo que me encontré ayer en este vasto mundo del internés:




¡¡La Tremolina se vende en California!!

Eso sí: peazo de inmueble que estoy hecha...

domingo, 7 de diciembre de 2008

Retales

Esta noche Sacau me ha obligado a acudir a un lugar en el que una moza en sus treinta y algo ejercía de cantautora.

Yo me he mostrado un tanto reacia en primeras nupcias, puesto que el espíritu Silvio Rodríguez hace ya muchos años que me dio la espalda en pos de una pose hacia los días mucho más escéptica. Eso, y que los cantautores de hoy en día andan muy ismaelserranizados. No cunden los Krahes (más apropiados para almas escépticas).
Pero en fin, yo he ido, porque por encima de todo la muchacha le gusta mucho a Sacau y Sacau me gusta mucho a mí. Así que yo he acudido.

Efectivamente, se ha arrancado por Silvio Rodríguez, su padre musical, según definición de la interesada.

Y canción va, canción viene, a mí la artista me ha seguido gustando igual de neutramente, pero sí ha conseguido que pasearan por allí los tiempos en que una iba de la facultad a la radio de la radio a la escuela de idiomas de la escuela de idiomas a la cama de la cama a los paraninfos de otras facultades y de los paraninfos a los recitales en que una escuchaba y era escuchada.

Y me he preguntado en qué momento exactamente fue que vinieron la vida o el mundo (no sé) y se me echaron encima.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Mi gurú, ese señor con gafas

Ayer me despedí de mi gurú laboral.

Mi gurú laboral es un señor con barba que la Comunidad de Madrid ha colocado en una empresa con el fin de guiarme en el camino hacia el pleno empleo. El gurú laboral orienta, asesora, propone y procura que el alma cándida que tiene sentada enfrente halle una retribución económica a cambio de ofrecer su fuerza de trabajo a una empresa o entidad.
Solo que mi gurú no fue a clase el día que explicaron eso.

Nos conocimos hace casi dos meses. "¿Tremolina? Hola, buenos días, yo soy Torcuato LucadeTena*". Me llevó por un pasillo hacia una amplia sala con mesas y sillas, habitadas por otros gurús y otras almas cándidas. Me retiró la silla para que accedira cómodamente, "siéntate", me indicó. "Bueno, pues cuéntame. Tú qué has hecho".
-Pues bueno, verá, yo estudié tal cosa.

Estas son las únicas palabras que yo recuerdo haber pronunciado en las tres sesiones que hemos experimentado juntos. A partir de aquí, ha habido dos líneas principales de argumentación sobre las que ha ido girando el monólogo en tres actos que ha protagonizado mi gurú en estos dos meses:
1.- Tú lo que tienes es que hacerte autónoma
2.- Yo soy un experimentado sociólogo (yuuuuussss tedes lo van a ver, lo-van-a-ver)
Y así, durante nuestras sesiones, he sido informada con ahínco de los éxitos laborales de mi gurú, que fracasó por exceso del mismo (de éxito, no de "él mismo"), porque claro él tenía tanto trabajo que tenía que contratar a mucha gente y cuando él contrata gente inevitablemente se pone del lado del trabajador y pues claro se arruina, y él tomo parte decisiva en Bruselas en los acuerdos de la UE para el campo en España, porque él es sociólogo agrícola [sic], y porque los trabajadores del campo con Bruselas es una batalla continua, y a él le encargaban estudios en los que a lo mejor trabajaba un año entero, y cobraba muchos millones de pesetas porque era un afamado sociólogo, y él bvhbhfb campo, y él ñsjgskdjkdjn sociólogo, y él sdjbvjlbs agrícola.
Yo, entretanto, mantenía mi vista fija en los labios de mi gurú, situados entre las barbas, y trataba de que mi pabellón auditivo no se dirigiera ni siquiera efímeramente hacia las conversaciones ajenas que bailaban claqué en otras mesas ("pero entonces, a ver, porque no lo entiendo, porque yo pongo mi curriculu en el infoyó, pero y entonces luego qué, ¿me llaman o qué?")

En esta mi tercera y última sesión de ayer, decidí pronunciar mi siguiente frase ante la provocación "hola Tremolina, qué tal".
-Pues... verás Torcuato, es que lo de hacerme autónoma... ahora mismo... dada la coyuntura y mi campo de actuación... no lo veo. No creo que sea el mejor momento.
El gurú me miró con ojos ligeramente brillantes. Como a punto de naufragio. Otro novicio que desistía de La Verdad, en el camino hacia el autoempleo.
Pero el gurú, en su fuero interno, comprendía. Malos tiempos para la lírica. Está bien, Tremolina, adéntrate en los escozores del trabajo por cuenta ajena. Y busca por ti misma, porque con la mierda de trabajos que tenemos en oferta aquí, más vale pegarse un tiro.
Sin embargo, como muestra de amistad y de ausencia de rencores, decidió obsequiarme durante la hora de sesión no ya con una continuación de su extenso curriculum, sino con una introducción al de su hija.

Publicista, dos masters. Svnjnjbf beca, hsdbvhub jornada.



*nombre ficticio