Yo vine aquí advertida. A mi entorno le parecía muy importante hacerme comprender que los suizos son gentes enjutas e introvertidas, no fácilmente accesibles a otros seres humanos de distinta ralea provenientes de países donde no hay bancos esculpidos en oro, que cual bichos-bola se repliegan sobre sí mismos y uno necesita en torno a dos/tres años para asentar la confianza suficiente a su alrededor de tal forma que el bicho-bola vaya sacando las patitas y le conceda a uno un amago de sonrisa y alguna que otra información al respecto de sus más íntimas vicisitudes ("pues a mí me gusta utilizar carbón vegetal para las barbacoas", "pues yo soy más de gasolina").
Yo vine aquí advertida, y yo vine aquí preparada. Y ahora no puedo sino expresar mi más rotunda queja ante la impía mentira en la que me he encontrado viviendo hasta llegar a estas fronteras.
El pueblo suizo no solo no es un pueblo padentro: el pueblo suizo se te mete hasta la cocina como no andes ojo avizor.
El primer ser humano del terruño que "conocí" me invitó a un sarao que montaba por su empresa esa misma tarde: consistía en ir a un sitio muy cool a ponerse tibio de comida y bebida, después remontar el Rin en un barcotaxi, y concluir asistiendo a un concierto a orillas del mismo río. "Siento la improvisación, pero estaría bien que te apuntaras, habrá mucha gente".
Una, que tiene ya una experiencia de la vida, puso en un montoncito el input de este caballero, y en otro montoncito el input de los que tan bien me quieren y me habían advertido sobre los usos y costumbres del lugar, y obviamente concluyó que el caballero estaba grillado y coleccionaba meñiques. Así que decliné amablemente la propuesta.
Luego conocí a otra aborígen, a la que en el futuro me referiré como "mi amiga la que bebe vinagre". En el café que nos tomamos la tarde que nos conocimos me hizo partícipe de su filia por la iniciativa que en estos momentos se intenta llevar a referendum al respecto de "parar la inmigración masiva" (esto merece tremolina aparte), porque las empresas están llenas de gente como tú que venís de fuera y apenas hay suizos. Y acto seguido, me dio una clase magistral sobre cómo conectar una lavadora a una bañera.
Esta, si no colecciona meñiques, poco le falta.
Pocos días después, uno que debía de ser un compañero de trabajo me entró por el messenger de la oficina y me invitó a ir juntos a un concierto de jazz el viernes siguiente, asín, de repente. Ante el hecho habitual de que se refiriera a mí por mi apellido en lugar de por mi nombre*, contesté amablemente que se debía de haber liao, que quería localizar a otra persona.
Que no que no, que sabía muy bien que me había escrito a mí. Perdón por dirigirse a mí por mi apellido.
Desconcierto. Huymimadre. Y este quién es. Yo no recuerdo haberle dicho a nadie que me gusta el jazz. Doy con una foto del susodicho en la intranet. Yo a este señor juraría no haberlo visto en mi puñetera vida. Huy mi madre. Verás que este sí que va a coleccionar meñiques.
Pero la palma se la lleva la situación vivida a yer. Voy cabellera al viento por la calle al encuentro de una compañera con la que he quedado para cenar, cuando de repente un individuo surgido de la nada me intercepta en plena acera y me empieza a hablar en suizo. Yo identifico que a este señor lo acaba de atisbar mi rabillo del ojo al pasar por Claraplatz, unos 100 metros atrás.
-...rrrröooosti, jjuuute' grüüüütziii...
-No tentiendo nada (le digo en perfecto castellano)
-Español?
-Sí
-Only español? English?
-Yes, English yes. Und hochdeutsch, aber kein Schweizes Deutsch. Entchuldigung. ["y alemán, pero alemán estándar, no de esto raro que habláis aquí, lo siento"]
-Ok... Na ja, ich hab' dich gerade gesehen, und ich hab' gedacht, dass du sehr sympathisch aussiesht... ["pues... es que te acabo de ver, y he pensado que parecías muy simpática..."]
-(Simpática yo, con la cara de sota que tengo! Qué bueno!) Und was brauchst du? ["y qué necesitas?"]
-aaahmm... errrr... Vielleicht könnten wir zusammen einen Kaffee trinken, uns kennenlernen... ["Este... pues... quizá podríamos ir a tomar un café, conocernos..."]
-Wenn mein Mann kein Problem damit hat, dann natürlich! ["Si mi marío no tiene problema al respecto, estupendo!"] le digo, con una simpática sonrisa.
Desconcierto durante dos milésimas de segundo. Se ríe. Me dice "pues nada, preguntale!". Me río. Pues nada venga hale hasta otra, le comunico, riéndome. Me piro. Está claro que este colecciona meñiques, tibias y riñones. Pero el caso es que a mí hacía lo menos 11 años que no me pasaban estas cosas. "Esto anima al espíritu, coño!" (pienso, mientras miro sibilinamente por encima del hombro para ver si el tipo lleva cloroformo escondido en el bolsillo).
El caso es que ahí tengo mis dos montoncitos. El de los suizos son totalmente inaccesibles y no hay dios que interactúe con ellos, y el de mis coleccionistas de meñiques. Empiezo a pensar que quizá mis advertidores tuvieron experiencias poco representativas. O la que esté teniendo experiencias poco representativas sea yo. El caso es que solo tengo dos meñiques, cuatro en el mejor de los casos. Habrá que optimizarlos.
*para el lector sin grado de consanguineidad, he de hacer notar que fuera de nuestras fronteras mi combinación de apellido y nombre resulta esquiva y nada user-friendly.
El Transmongoliano
Hace 11 años