Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

domingo, 21 de abril de 2013

El baño turco

No sé cómo introducir el particular, así que voy a resumírselo lo mejor que pueda:

He pasado el viernes en pelotas frotándoles la espalda a mis compañeras de oficina.

Y claro, ahora ustedes querrán que se lo explique.

Todo empezó cuando mis compañeras (y amigas, añado) me propusieron pasar el fin de semana en Berna, con visita incluida al circuito de un precioso "hammam" de oriental aspecto. Planazo.

Yo había oído rumores. Las gentes extranjeras hablaban del asunto con estupefacción. Pero nunca había conocido a nadie que de primera mano pudiera dar testimonio. Así que lo creía a medias y, por si acaso, consciente de que probablemente no se tratara más que de otro comentario para desvirtuar a este trozo de tierra que nos acoge, y llena de esperanza por ello, me llevé el bikini. No podía ser que en Suiza, en las saunas, baños turcos y derivados, la gente fuera en pelotas. No era posible.

Pero sí lo era. En este país donde es raro que las mujeres sigan trabajando cuando se casan, y casi punible que sigan haciéndolo cuando tienen hijos en lugar de quedarse en casa cuidando de sus vástagos, decía, en este país donde en según qué sitios todavía te miran raro si vives "con tu novio", las saunas son mixtas y la gente va en pelotas.

La verdad es que no estoy siendo del todo exacta. La gente va envuelta en un trapo (literal) que te dan a la entrada con el fin de que no hagas el impúdico. Un trapo que al meterte en las piscinas esas de agua calentita, huelga decir, se va levantando hacia arriba con un acusado efecto Marilyn contra el que hay que luchar mientras a su vez procuras que no se te escurra hacia abajo. Un trapo que, no obstante, hay que quitarse cuando llegas a las distintas estaciones del circuito: peeling, mascarillas, y demás.

Estación nº 2 - peeling:
Aquí, para salvaguardar la moral y la decencia, hay una salita para hombres y otra para mujeres. No parecen haberse percatado, eso sí, de la inutilidad de las mismas si uno les adjudica puertas transparentes. Doy fe, que yo estaba esperando fuera mi turno mientras veía a mi compañera Lisa y a sus nalgas moverse vigorosamente durante la aplicación del guante de lufa.

Estación nº 4 - peeling con pringue:
Aquí ya se dieron cuenta de la tontería de las dos salas y directamente solo hicieron una (con sus puertas transparentes, que no falten). Así que es probable que mientras usté se refrota para eliminar sus células muertas, tenga al lado a algún desconocido caballero que, miembro en ristre, haga lo propio.

Y en fin, qué les voy a contar. Confieso que yo me encontraba cohibida al principio. Yo soy de las que han hecho topless en la playa, pero nunca en compañía del contable ni de la recepcionista. Así que en la estación nº 2 hice un tanto el mojigato con mi trapo, mi guante, y la esquina más cercana que encontré en la que agazaparme. Pero cuando quise llegar a la estación nº 4 y Lisa me propuso que nos acicaláramos mutuamente la espalda (y además a la vez, nada de primero una y luego la otra), pues qué quieren que les diga: elevé al cielo un alegre "From lost to the river!" que nadie comprendió y me desinhibí completamente, a lo Nadiuska, viva el destape.     

domingo, 14 de abril de 2013

La importancia de ser andorrana

Amigos todos,

Me pongo hoy en contacto con vosotros para narraros mi reciente visita al Oriente Medio. "¿Y a santo de qué se va esta al Oriente Medio, pudiéndose ir a Manzanares el Real, Tarancón  o Benalmádena, incluso?", se preguntarán ustedes. Pues la cosa es sencilla: primero, para constatar lo engañados que nos tienen tras haber decubierto lo que allí significa "kebab"; y segundo, porque mi hermana reside en Kuwait y me apetecía ir a verla. Así que combiné una incursión a Kuwait (que he sabido que no es "Oriente Medio" sino "Golfo Pérsico" a secas), con una aventura en Jordania, que es el único país de la zona en el que no parece que vayan a liarse a tiros de un momento a otro si no se han liado ya, en los tiempos que corren. Que además ya saben ustedes que yo soy de turismo bélico, pero en versión flashback mejor que en vivo.

En fin, que me enrollo:
Kuwait muy bien. Es algo así como que a un campamento de beduinos de repente les hubieran cambiado los camellos por Hummers, como trueque por esa cosa negra que les sale del suelo. Y ahí van ellos, sin saber montar en bicicleta pero con sus Hummers en dirección contraria, sin sifón en los baños pero con sus centros comerciales de oro macizo. Me han caído simpáticos.

Jordania también bien. Esto es algo así como que a un campamento de beduinos de repente les hubieran llegado cinco autobuses de alemanes. Y aquí he descubierto la importancia de ser andorrana. O más bien, la panacea que supone el minúsculo país pirenaico. Déjenme que me explique:

Si ustedes son viajaos, es decir: si ustedes han ido por ejemplo a Portugal a comprar toallas, es probable que se hayan dado de bruces con el sempiterno "¿Real Madrid or Barselona"? tras enseñar su pasaporte al policía de turno, o tras la perenne pregunta del "Where are you from?" con la que el vendedor de lo que sea le invita a pasar a su tienda. Yo personalmente, que atesoro un gran número de realmadridorbarselonas y tourtilapatatas de diversos confines intercontinentales, estoy sinceramente hasta los huevos. Sobre todo porque la primera vez te resulta simpático, pero a la decimoctava ya no sabes cómo explicarle al pobre camboyano que su estrategia comercial futbolística es inversamente proporcional al beneficio económico obtenido para conmigo, porque tú eres una intelectual de pro. Si aún me dijera "¿Severo Ochoa o Ramón y Cajal?", pues no te digo yo que no cayera alguna pashmina, pero eso de que si Messi que si Ronaldo o no sé quién... Bueno, que divago. Que el caso es que me hallaba yo frente a un camello al que bauticé como Anastasio cuando, a instancias de mi beduino de referencia, se me ocurrió la clarividente respuesta:
"I'm from Andorra".
Espectacular resultado.
Normalmente se callan y no vuelven a abrir la boca jamás. Ha habido algún caso aislado, pizpiretos de natural curioso, que han contraatacado con un "never heard of", e incluso con un desafiante "where is it". Entonces yo les explico que somos un país minúsculo e insignificante entre España y Francia y que nunca ha oído hablar de nosotros porque somos apenas unas 2.000 almas (aquí me vengo arriba un poco). El caso es que la conversación no pasa de ahí y las estrategias de compraventa, tampoco. Porque como además no tienen ni idea de qué cojones se hablará en ese agujero, pues no pueden soltarte en tu idioma esas expresiones propias de los sistemas de transacción comercial a las que se entregan con gran alborozo.

Total, que el asunto da resultado, y desde entonces soy andorrana en cuanto tengo ocasión. Eso sí: mi beduino de referencia se quedó con la copla, porque al volver de mi paseo por Petra con Anastasio cual Indiana Jones retirado, me bajé del andamio con patas ese y mi beduino aprovechó para invitarme a una fiesta en una boîte del lugar esa noche y hacernos una foto juntos, y, mientras me abrazaba castamente por el hombro y hacía el signo de la victoria con la mano, se arrancó por un "beduine and andorra!" de lo más sentido.

Y en fin. Podría hablarles de las maravillas de Petra, de la suerte que he tenido al poder pasar rato sin nadie más alrededor en esa maravilla cavada en piedra, de los lodos del Mar Muerto con Jerusalén enfrente, de las ruinas de Jerash, de las ruinas hoteleras de Amman. Pero humildemente creo que es mejor que vayan ustedes y lo vean. Aunque eso sí: si al final resulta que este blog tiene más éxito del que yo pensaba, es posible que les sorprendan con un regateo en catalán.