Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

viernes, 26 de febrero de 2010

Dos patas para un banco

Me encuentro dividida. Tengo el corazón partío. Me entristece sobremanera este duelo de titanes, esta carrera sin aliento por ser el que más destaque, esta división de potenciales que no ha reparado en el hecho de que, si combinaran sus esfuerzos, en lugar de ir cada uno por su lado, la gloria sería suya.

Pero ahora, en estos momentos de la actualidad presente, ellos están divididos, y yo, por ende, también. No sé a quién entregarme. Mi pasión oscila entre el uno y el otro, ora las manifestaciones de éste, ora las propuestas de aquel, y mis sentimientos siempre anhelantes de una unión, de una conjunción, que permita al exiguo podium de las personalidades mundiales no vacilar continuamente en ese reparto, entre el uno, y el otro.

No sé a quién encumbrar el primero. Son los dos un binomio de la sociedad y la moral contra natura escindidos en dos cuerpos, como Pajares y Esteso, como Tip y Coll, como Dinio y Marujita. Y yo no sé por quién decantarme como adalid de la raza. Porque sé que en realidad son uno, como el Padre, el Hijo, y la Paloma. Dividido en dos para despistar.

Sí. No hay otra explicación posible: Gaddafi y Chávez son el mismo ente, que unas veces canta boleros, otras veces monta circos en sembraos neoyorkinos con sus carpas y todo; unas veces intercambia cromos con Irán, otras veces llama a la guerra santa contra Suiza: http://www.elpais.com/articulo/internacional/Gaddafi/declara/guerra/santa/Suiza/elpepuint/20100225elpepuint_22/Tes


Confieso en verdad que a mí me hacen los ojos chiribitas cuando escucho teorías para acabar con Suiza, como la del parque acuático de mi compañero, y que en esos momentos mi creatividad desenvaina la espada y me provee de exultantes imágenes con ese pueblo como protagonista. Pero qué quieren que les diga: dejar de trabajar para los suizos para acabar trabajando para los libios... Casi me quedo en Guatemala que pasarme a Guatepeor.

jueves, 25 de febrero de 2010

China

Hoy ha llegado a mis manos en el trabajo una liquidación de gastos valorada en 4.137,28 euros y acompañada toda ella por tickets chinos. Y he pensado que bien podría haberse ido el interfecto protagonista, qué se yo, de putas, mismamente, y a mí me iba a parecer muy bien, porque entre tanto caracter y sello variado sólo alcanzo a reconocer el encabezamiento de uno de los tickets, que reza "Carrefour".

El caso es que China está de moda. Mi compañero se muda a la filial china (otro que se pira, sigh!). Una amiga/conocida (desde aquí la saludo, por si me lee) se ha liado la manta a la cabeza y también se va a China. Antes que ella, otra amiga/conocida también se fue. Y qué decir del amor que siente Mario por el mentado lugar, al que planea irse cada dos por tres. A este paso va a parecer China la Suiza de los 70, toda llena de españolitos escuchando a Antonio Molina en los transistores que sin duda se podrán seguir encontrando en las tiendas -entre los mp4 contrachapados-.

China. China es un sitio muy grande lleno de chinos.
Chinos. Chinos son unos señores que cada uno es de su padre y de su madre pero que su gobierno dice que son todos lo mismo.
Lo mismo. Lo mismo es que en teoría todas las vidas se miden por el mismo rasero, y en la práctica, todas las vidas se miden por el mismo rasero. (Salvo excepciones).
Excepciones. Excepciones es eso que no hay en China, según su gobierno.
Su gobierno. Su gobierno es lo que decide qué es China, qué son chinos, qué es lo mismo y que son excepciones. Y también, qué es el gobierno.

Amén de estas científicas explicaciones, China es, según el saber popular, un sitio donde si todos saltan a la vez, los continentes se hunden (o algo así). Es también al parecer el gigante que nos va a comer a todos, y donde subyace el verdadero nutriente de Zara (et alteres). Es asimismo de donde vienen los mantones que valen algo, y los juguetes que no valen nada. Es el idioma del futuro, y las condiciones de cambio que se nos avecinan. China es eso que, en la tele, las figuras mundiales de la política y la sociedad denostan por la involución al siglo XVIII que supone en términos humanos, y es eso que a su vez, y en la misma tele, nos presentan como hecho consumado. China es el inminente futuro. China es el inminente presente.

Preveo que otra vez me veré en la Resistencia.

martes, 16 de febrero de 2010

Interregnum

Un viaje. O varios. A las Maldivas. A Lanzarote, también, a ver viñedos inverosímiles y paisajes de película de La 2. A los Balcanes, por supuesto. Y el Transiberiano. Puestos a gastar, el Royal Scotland. Y si el Orient Express fuera lo que era, y no ese aborto de atajo en que lo han convertido, el Orient Express también.

Volver a una facultad, a tiempo completo, y no al esfuerzo intransigible que supone una UNED cuando se trabaja de civil, o sea: de pringao. De 40+-X horas semanales.

O volver a Alemania, de una vez por todas y sin creerme las excusas que llevo regalándome los últimos seis años. A Alemania, a olisquear un rato, a quedarme si se tercia, a volverme si no.

O indagar por otros lares, otras ocupaciones, otros objetivos, otros ambientes.

Cualquiera, cualquiera de los sueños de trastienda me valdría en días como hoy, días en que una Sissi Emperatriz venida a más trata de desplegar las alas ante mi persona (olvidandose de que, tirando de jerarquía estricta, mi plumaje es más colorido que el suyo), días en que el Gilipollas Honorífico que toda empresa tiene en nómina y que cree ser ministro porque lo han puesto de jefecillo, decide dedicarme toda la ira de sus altibajos hormonales (aun sin tener nada que ver conmigo: ni él, ni su ira, ni el objeto de la misma), días en que la España del año 47, esa que una daba por concluida en la empresa multinacional privada y que aún patalea en los organismos públicos, hace una aparición estelar en el lugar en el que una laboralmente habita para, cual Caudillo, guiarnos a todos hacia el buen hacer y la gracia divina: así es cómo se ha de trabajar, bonitas. Deduzco que piensan que en los seis años previos a su aparición, la gracia divina venía sola. Qué equivocada estabas, Tremolina: hay reductos que, cual Granada, cual Valencia, cual Numancia, se resisten a desaparecer.

Y la lástima es que seas tan educada, tan educada que de puro educada eres tonta, tan educada para no soltar un par de mandobles verbales de esos que tan bien se te dan a ti, de esos de dejar sentado en la silla más próxima. Si la hay.

Y es que está claro: a rey muerto... pillaje mezquino hasta nuevo rey. Por si acaso. Qué peligrosos son los periodos de interregnum. Ay, amado líder, cómo te echo de menos en tu función de guía espiritual, en momentos como hoy. Y en tu función de Chuck Norris, también.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Requiem

Cuando mi jefe me dijo que se iba, me sentí como el niño al que sus padres dejan con los abuelos en las vacaciones. Como la mujer a la que el marido informa de su inminente divorcio. Como el perrillo al que dejan atado a una papelera en la puerta de la panadería. "Es una broma", le contesté. En las sienes, el latido de su extendido renombre, respeto y admiración en la empresa cabalgándome al galope. "Es una broma". "Tienes la sonrisa tonta de mi madre cuando intenta colar una trola coñera como verdad".
"No, no es una broma. Me voy de la empresa, me voy a esta otra, y me voy a Malasia, a la sazón, por esto, por esto y por esto" -razones que no especifico a sabiendas de la posibilidad real de que algún trabajador de mi sacrosanta corporación lea estas líneas, y con la intención de preservar la intimidad ajena en la medida de lo posible-. "Te ruego que, por el momento, no lo comentes con nadie". Huelgaba decirlo.

Esto fue casi 2 meses antes de hacerse público (en mi empresa, todas y cada una de las cosas tienen un caracter muy discreto por una parte, muy flemático por otra, supongo que por la conjunción de su nacionalidad suiza y la nacionalidad británica de gran parte de los Líderes Supremos que habitan en la máxima jefatura). Salí del despacho. Cerré la puerta. Bajé a la calle. Llamé por teléfono. "Vete aprendiendo alemán, que nos vamos", le dije a El que me acompaña. Y hasta hoy.

El viernes firma el finiquito. Ya hace no obstante una serie de días que aparece y desaparece de forma intermitente. Entre medias, le ha ofrecido mis servicios -excelentes, al parecer- a otro título nobiliario de reciente creación. Más al buen hombre que se queda en su puesto en lo que aquí se denomina "ad interim", esto es: a saborear las mieles de Armani en lo que llega otro al que hayan investido caballero con patria potestad, y ese buen hombre vuelva a la mesita de los niños. Razón por la cual nosotros, currantes de a pie, en lugar de denominarlo "ad interim", lo denominamos "interruptus". "Global Head Interruptus".

En estos dos meses, he pasado por todas las fases esperables. Desde el aydiosmío inicial, al otros días vendrán, y puede que hasta mejores. Entiendo que son las mismas fases por las que pasan los descritos al inicio de la crónica. Los niños descubren que los abuelos los llevan todos los días al zoo, la recién divorciada se pregunta cómo pudo pasar tanto tiempo con semejante garrulo, el perrete encuentra media napolitana que a alguien se le cayó en la calle.

En fin. A mí me da una penita. Es un señor con todos sus defectos y todas sus virtudes con el que he aprendido mucho. Por aprender, he incluso aprendido la versatilidad con la que un nombre ocupa un sitio, y la conveniencia -por ende- de no aplicar escalas afectivas de ningún tipo a los mentados nombres.
Debe de ser esto lo que llaman ser un hombre (o mujer) de empresa.

domingo, 7 de febrero de 2010

Ha nacido una estrella

Es enfermizo. Estoy convencida: debe de ser algún tipo de enfermedad nueva (y por ello, eso sí, quizá fardona: como cuando a "estar de los nervios" se le empezó a llamar "depresión"). El caso es que no me lo explico, no me lo explico. Es el ansia, el ansia arrebatadora, el ansia agónica pero inquebrantable, el ansia incapacitante, el ansia a la que tarde o temprano hay que escuchar y obedecer sus deseos. Yo no quería, juro que no quería. Durante meses me he estado reprimiendo. Pero al final ha sido inevitable.

He abierto otro blog. Como es gratis. El día que las amenazas de hotmail et alteres dejen de ser bromita para ser verdad, me encontraré con un serio problema, pero mientras tanto, sólo puedo decir que he abierto otro blog.
Nace de mi espíritu decimonónico de arrojar guantes a punteras de zapato ajenas, y la impotencia que me produce que esas punteras reaccionen meneándose un poquito y pisando sobre el mentado guante para seguir su camino. Pues yo en algún sitio tendré que volcar la nube gris llena de símbolos con espirales, exclamaciones y calaveras propias de Mortadelo que me nace en esas situaciones. Y como a cada cual lo suyo, ese sitio no puede ser La Tremolina, que versa de otros ánimos.

Ya ven que no quedaba más remedio. Ha nacido El Consumidor Implacable.